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Número 13, año 2023
Revista Catalana de Museologia

Crónica de la XXXIV Jornada de la Red de Museos Locales: "Museos, conflictos y crisis humanitarias: el patrimonio como instrumento de construcción masiva"

Autoras: Marta Bertran Armadans (técnica de patrimonio cultural), Laura Costa Mateo (jefa de la Unidad de la Red de Museos Locales) y Muntsa Guasch Solé (técnica de patrimonio cultural) – Oficina de Patrimonio Cultural, Diputación de Barcelona

Fecha publicación: 27/04/2023


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Fecha publicación: 27/04/2023

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Abstract

El 22 de noviembre de 2022 se celebró en el Paraninfo de la Escuela Industrial, en Barcelona, la jornada “Museos, conflictos y crisis humanitarias. El patrimonio como herramienta de construcción masiva”, que pudo seguirse tanto de forma presencial como online. A lo largo de la jornada, destacados especialistas de la materia y profesionales del sector museístico reflexionaron sobre cómo los museos pueden intervenir durante y después de los conflictos y las crisis humanitarias. Tanto en lo que se refiere a la salvaguarda de los bienes patrimoniales, como a las iniciativas de acción social y humanitaria, y en la labor de reparación, memoria y educación por la paz. En este artículo se recogen las aportaciones realizadas por los ponentes que intervinieron, así como una reflexión final a modo de conclusión.

El 24 de febrero de 2022, nos levantamos con la noticia de que el ejército ruso estaba iniciando acciones militares contra Ucrania con el objetivo de invadir el país. Empezaba así un conflicto armado que todavía perdura y que por sus implicaciones geopolíticas, económicas y sociales, y por sus graves consecuencias humanitarias y su impacto en el orden internacional establecido, ha generado una de las crisis más importantes desde la Segunda Guerra Mundial. Desde hace un año, las imágenes de la guerra, los fallecidos, los refugiados y la destrucción ocupan, junto a la amenaza nuclear, la atención mediática y política. Pero ésta no es una crisis aislada, sino que se suma a las numerosas crisis humanitarias y conflictos bélicos del último siglo. Y se superpone, a la vez, a otras recientes crisis como la pandemia por la covid-19 o la grave crisis medioambiental que acosa al planeta. Los datos son suficientemente relevantes: según la ONU, 274 millones de personas necesitaron ayuda humanitaria en el 2022, un 17% más que en el año anterior.

Ante esta coyuntura, los museos, como entidades de servicio público y con una clara función social, no pueden permanecer ajenos. Por este motivo, desde la Oficina de Patrimonio Cultural de la Diputación de Barcelona, se decidió abordar esta cuestión en la XXXIV Jornada de la Red de Museos Locales celebrada el 22 de noviembre bajo el título “Museos, conflictos y crisis humanitarias: el patrimonio como herramienta de construcción masiva”. El Paraninfo de la Escuela Industrial acogió el acto, que también pudo seguirse en streaming, y al que asistieron unas doscientas personas.

La construcción de la paz y la protección del patrimonio en un mundo en crisis

La ponencia inaugural, a cargo de Jordi Armadans, politólogo, periodista, analista sobre conflictos y seguridad y activista por la paz y los derechos humanos, tuvo como objetivo proporcionar un marco teórico y centrar el tema de debate. Armadans expuso de manera desgarradora los diferentes conflictos bélicos y crisis humanitarias que suceden en el mundo (refugiados, pandemia, guerra de Ucrania, crisis climática…), y, sacudiendo nuestras conciencias, remarcó la necesidad imperiosa de trabajar para construir la paz. A continuación, y desde una postura crítica, aclaró algunos conceptos: en primer lugar, que la paz es algo más que la ausencia de violencia o guerra. En segundo lugar, enumeró diversas formas de violencia, diferenciando entre la violencia física y otros tipos no tan visibles, como la estructural, producida por el mismo sistema y que provoca grandes daños, como las muertes por carencia de alimentos. O la violencia cultural, la que está justificada desde la propia cultura y que acepta y considera inevitables determinadas actitudes violentas y sus efectos. Trabajar para preservar la paz significa tener en cuenta estas diferentes formas de violencia y no obcecarse por erradicar los conflictos. Los conflictos son discrepancias y, como tales, son inherentes e inevitables en las sociedades. “Hay que trabajar para abordar los conflictos de forma no violenta, desde el diálogo, la negociación y la escucha”, insistió Armadans.

Actualmente, en el mundo existen más de cincuenta conflictos y la mayoría se producen dentro de las fronteras de un mismo estado (Ucrania es una excepción). Aunque en los últimos años el número de muertes por conflictos armados ha descendido notablemente, el impacto sobre la población civil tiene graves consecuencias: destrucción de pueblos y ciudades, contaminación medioambiental por el tipo de armas utilizadas y sus efectos sobre la agricultura y la salud pública y desplazamientos masivos de población (en 2010 hubo 43 millones de personas desplazadas, cifra duplicada en la actualidad). Sin embargo, uno de los impactos más duros y menos visibles es la destrucción de los lazos de convivencia. El odio generado por una guerra es muy difícil de superar y dificulta enormemente cualquier proyecto posterior de reconciliación.

En la segunda parte de su discurso, Armadans expuso los ámbitos de trabajo para la construcción de una cultura de la paz, y afirmó que es necesario forjar un cambio de valores. En primer lugar, denunció la existencia de una "cultura de la violencia" muy arraigada en nuestra sociedad y alentó a trabajar desde la educación para reforzar los valores positivos como la creatividad, la empatía o la sociabilidad. En este sentido, afirmó que los museos, como instituciones educadoras, pueden desempeñar un papel muy relevante. En segundo lugar, insistió de nuevo en que es necesario aprender a abordar los conflictos desde el diálogo y la negociación. Y finalmente, alegó que es necesario un cambio de políticas, que prioricen la construcción de la paz y la defensa de los derechos humanos de una forma mucho más activa. Hay que trabajar por la prevención de los conflictos. "No podemos pretender tener un mundo sin conflictos con unos niveles de violencia estructural, de desigualdades y de injusticias tan altos", afirmó el ponente. El desarme y la desmilitarización deben ser, también, una prioridad en las políticas estatales y es necesario, al mismo tiempo, un cambio de estructuras. Por ahora, no existe un organismo a nivel internacional que vele de forma incondicional por la justicia y los derechos humanos, ya que la ONU también está sometida a las directrices de los estados que forman parte de la organización.

Sin embargo, Armadans finalizó con un mensaje positivo exaltando la fuerza y la capacidad de acción de la ciudadanía, demostradas sobradamente en el logro de metas tan importantes como la supresión del servicio militar obligatorio o el tratado sobre la prohibición de las minas antipersona. En este sentido, animó y alentó a los museos a implicarse más directamente en la construcción de una cultura de la paz y a trabajar firmemente en la prevención de los conflictos y en el respeto de los derechos humanos. Su exposición finalizó haciendo un llamamiento a las instituciones públicas para que contribuyan a cuidar la vida humana.

En la siguiente ponencia, Peter Stone, de la Cátedra Unesco de Protección de Bienes Culturales y Paz de la Universidad de Newcastle y presidente del Escudo Azul Internacional, expuso el papel de los museos y de las instituciones internacionales, y en concreto de 'Escudo Azul, en la protección y la salvaguarda del patrimonio antes, durante y después del conflicto. Su discurso partió de la premisa de la importancia de proteger el patrimonio cultural. Es obvio que, en situación de conflicto armado, es necesario priorizar la seguridad y el bienestar de la población, pero la protección del patrimonio cultural también es primordial, dado que refuerza el sentimiento de pertenencia y de identidad de las personas y contribuye al bienestar de las comunidades. El patrimonio cultural es una herramienta para el reconocimiento mutuo y la integración social, y, por tanto, en este sentido, puede contribuir a la consolidación de la paz. Pero Stone también alertó de que el patrimonio cultural, en tanto que elemento identitario, puede ser a la vez un factor de exclusión, y, por desgracia, la exclusión por motivos culturales, étnicos o religiosos ha sido el origen de muchos conflictos a lo largo de la historia. Remarcó que es necesario ser muy conscientes de esta dicotomía, del potencial y del peligro del patrimonio cultural.

A continuación, el ponente hizo un repaso del marco jurídico internacional vinculado a la protección del patrimonio cultural, desde los antecedentes y la creación, después de la Segunda Guerra Mundial, de la ONU y la Unesco, hasta la Convención de La Haya de 1954, el primer tratado internacional destinado a proteger y salvaguardar el patrimonio cultural en caso de conflicto bélico. Este tratado establece una serie de medidas y planes de emergencia para proteger los bienes culturales antes, durante y después del conflicto. Distingue tres niveles de protección en función de la relevancia del bien cultural: protección general (bienes de importancia para la población), protección especial (bienes de importancia para la comunidad) y protección reforzada (bienes de importancia para la humanidad). Los bienes culturales deben ser identificados y señalizados por los estados miembros con el emblema de la Convención, designando a autoridades competentes responsables de la salvaguarda (incluyendo responsabilidades militares especiales según los distintos niveles de protección). La Convención se reforzó con varios protocolos adicionales como el protocolo de 1977, el Estatuto de Roma de 1998 o el protocolo adicional en la propia Convención, de 1999.

En 1996, con el objetivo de fortalecer la protección del patrimonio cultural de la Convención de La Haya, se creó el Escudo Azul Internacional, del que Stone es actualmente el presidente. El ponente explicó detalladamente la labor que realiza esta organización a nivel mundial en relación con la protección del patrimonio cultural en caso de conflicto armado o desastre natural. Un aspecto que destacó es que se parte de un concepto muy amplio de patrimonio cultural, que incluye museos, monumentos, espacios arqueológicos, archivos o bibliotecas, pero también el patrimonio natural y el inmaterial. También destacó que el Escudo Azul es una organización independiente, imparcial y neutral, que no se posiciona ni denuncia a ninguna de las partes implicadas en el conflicto.

Stone explicó la importancia de la protección proactiva del patrimonio, e insistió con vehemencia en que hay que empezar a trabajar en tiempos de paz, antes de que estallen los conflictos o que lleguen los desastres. Interrogó a los asistentes sobre el nivel de catalogación y de inventario de los museos, la existencia de planes de emergencia y de evacuación, de medidas contra los ciberataques, entre otras cuestiones, con la voluntad de concienciar y poner de manifiesto las carencias existentes. “Los daños sobre el patrimonio cultural en caso de conflicto armado no pueden evitarse, pero sí mitigar; ¿estamos realmente preparados?”, se preguntaba Stone.

A continuación expuso las seis áreas de trabajo del Escudo Azul, que son: 1) Protección proactiva y la preparación frente al riesgo, desarrollando conjuntamente con la OTAN planes de acción y políticas de protección; 2) Respuesta ante las emergencias (han llevado a cabo misiones en Haití, Egipto, Libia o Malí, entre otras); 3) Estabilización y recuperación del patrimonio cultural después de un conflicto o desastre; 4) Cumplimiento de la normativa y su implementación; 5) Educación y formación de los comités nacionales, los profesionales del patrimonio, las fuerzas armadas y los servicios de emergencia involucrados (como por ejemplo en la prevención del tráfico ilícito de objetos); 6) Coordinación con otras organizaciones vinculadas. Stone hizo hincapié en este último punto, diciendo que para proteger el patrimonio es necesario trabajar coordinadamente —antes, durante y después del conflicto— con las fuerzas armadas, el sector humanitario y el sector patrimonial, estableciendo vínculos y comprendiendo los entornos políticos, legales y mediáticos en que debe desarrollarse esta tarea. Y puso algunos ejemplos de acciones recientes que el Escudo Azul ha llevado a cabo en varios países, como Líbano. Todas estas acciones se realizan en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en el Marco de Sendai, acuerdo de la ONU para la reducción del riesgo de desastres. "El objetivo final es contribuir a la construcción de comunidades sanas, pacíficas, estables y sostenibles", concluyó finalmente Stone.

Tabla de experiencias 1: El impacto de los conflictos sobre los bienes patrimoniales y el potencial de los museos en la reconstrucción de la identidad y la autoestima de las comunidades afectadas

A raíz de la invasión militar rusa, Anastasiia Cherednychenko, vicepresidenta de ICOM Ucrania, expuso la dramática situación que atraviesa el país, y puso el foco en la salvaguardia y la protección del patrimonio cultural. Según datos del Ministerio de Cultura y Política de la Información de Ucrania, el conflicto ha causado la destrucción de unos 570 elementos patrimoniales, incluidos una cuarentena de museos, como el Museo de Historia Local de Ohtyrka o el Museo de Historia Local de Mariúpol. La ponente alertó también de que la identidad se ha convertido en un objetivo del conflicto, y denunció que se destruyen intencionadamente testimonios y símbolos culturales ucranianos. Asimismo, se refirió al movimiento de objetos patrimoniales hacia museos situados en territorios ocupados. Esta transferencia de colecciones no sería accidental, sino que respondería a una maniobra premeditada para facilitar el traslado final de las piezas a museos de la Federación Rusa. La ponente expuso que esta situación se inició en 2014 con la ocupación de Crimea y de una parte de las regiones de Donetsk y Lugansk. Desde ese momento, varios objetos de arte y de arqueología se han ido trasladando a museos rusos y, en concreto, al Museo del Hermitage, con la connivencia de algunos profesionales y sin ninguna condena por parte de ICOM-Rusia.

En cuanto a los profesionales de los museos ucranianos, también están sufriendo los estragos del conflicto: algunos de ellos han tenido que integrarse en el ejército ucraniano, otros se han tenido que exiliar o han sido víctimas directas. Denunció que en las zonas ocupadas, los profesionales del patrimonio, e incluso sus familias, han sido obligados a colaborar con los traslados de colecciones.

Los museos ucranianos pasan por graves problemas de supervivencia y se afanan por mantener los equipos, por salvar a las personas y las colecciones. En medio del conflicto, deben hacerse cargo del funcionamiento de los equipamientos y de la conservación de las colecciones, a pesar de la escasez y los cortes de energía. En este contexto, y en torno a los museos, han surgido varias iniciativas para hacer frente a esta situación de crisis: distribuyendo ayuda humanitaria, registrando y evaluando los daños causados al patrimonio o con la redacción, junto con ICOM, de la lista roja del patrimonio en peligro. Sin embargo, ante la destrucción del patrimonio cultural y de las infraestructuras humanitarias, y del incumplimiento de la ley internacional por parte de la Federación Rusa, la ponente reivindicó que la cooperación internacional es crucial. Se hace evidente la necesidad de seguir trabajando por un futuro común seguro en el que se respeten las normas y los protocolos de seguridad.

Acto seguido, Isber Sabrine, arqueólogo sirio y doctor en Gestión del Patrimonio Cultural, detalló los proyectos que lleva a cabo la ONG Heritage for Peace, organización que preside y que nació con el fin de apoyar a países que han sufrido un conflicto armado, en la labor de protección y salvaguarda del patrimonio cultural. Les mueve la convicción de que la aniquilación de los pueblos también se produce a través de la destrucción de su legado cultural, idea también expresada anteriormente por el profesor Stone. Heritage for Peace trabaja, desde la neutralidad, en proyectos para la sociedad civil en países como Siria, Irak, Yemen o Libia, en regiones en las que las organizaciones internacionales no pueden intervenir. Han sido impulsores de la Red Árabe de Organizaciones de la Sociedad Civil para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural (ANSCH), con la que, en zonas de conflicto, han puesto en marcha iniciativas como PACTON, una aplicación para documentar daños, pérdidas y robos de patrimonio cultural, o SHELTr, un proyecto que trabaja con imanes para sensibilizar a la población local sobre la importancia de la protección del patrimonio. Rafekatuna es otro proyecto que desarrollan en Raqqa (Siria), la capital del Estado Islámico entre los años 2014 y 2017, con el que han logrado identificar y documentar el tráfico de antigüedades y objetos de arte perpetrado por el Estado Islámico para obtener fondos para financiar la guerra. Por otra parte, han podido reconstruir Madafa, una casa para la gente de Raqqa, una intervención que ha tenido un beneficio inmediato y directo para la comunidad local.

Aparte del trabajo que desarrolla en el lugar del conflicto, Heritage for Peace también apoya a los refugiados. Cabe recordar que en Siria, el 50% de la población son refugiados, tanto dentro como fuera del país. Uno de los proyectos destacados es Voces de Palmira, que trabaja con artesanos de esta ciudad que ahora se encuentran exiliados en Turquía. Con la convicción de que el patrimonio puede ser un elemento favorecedor de la integración social, nació también el proyecto Abuab, que ofrece propuestas culturales en la ciudad de Barcelona para refugiados y migrantes procedentes de Oriente Medio y el norte de África. Actualmente, esta iniciativa también atiende a refugiados ucranianos. En definitiva, Sabrine concluyó que después de una situación de conflicto armado el patrimonio es una herramienta muy poderosa para favorecer y potenciar el bienestar y la integración, pudiendo contribuir a la recuperación de la identidad y de la autoestima.

La atención a los refugiados ucranianos centró la presentación de Sebastian Cichocki, conservador jefe y responsable de investigación del Museo de Arte Moderno de Varsovia. Explicó cómo, ante una situación o contexto determinado, el museo puede cambiar, mutar, para convertirse en un lugar seguro para la comunidad. Éste es el caso del Museo de Arte Moderno de Varsovia, que se ha convertido en un punto de ayuda y apoyo para los refugiados ucranianos, con la puesta en marcha del proyecto Girasol, Centro Comunitario Solidario. A pesar de los límites y las restricciones que se ciernen tradicionalmente sobre qué se puede hacer y qué no en el museo, existen momentos y situaciones de crisis en las que se rompen las fronteras y se abren nuevas posibilidades. Éste es el caso, por ejemplo, del Museo de Queens en Nueva York, el cual, durante la pandemia de covid-19, funcionó como un centro de distribución de alimentos y de productos de primera necesidad.

El apoyo y la ayuda a personas refugiadas no es algo nuevo en los museos. Un ejemplo paradigmático es el Museo de Malmö, en Suecia, que en 1945 se transformó en casa para prisioneras de campos de concentración alemanes. Cichocki también añadió que, durante este período, determinadas piezas de la colección recobraron su función inicial, como un altar que se exponía en el museo y que se recuperó como objeto de culto.

El proyecto Girasol, por tanto, es heredero de estas experiencias anteriores, que rompieron las fronteras y transformaron el museo para acercarlo al día a día de la comunidad. El nombre escogido, Girasol, evoca la flor considerada símbolo nacional de Ucrania y que, en el contexto bélico actual, se asocia a valores como la independencia y la valentía. Durante las primeras semanas de guerra, la reacción frente a la crisis humanitaria tuvo que ser rápida: la población de Varsovia aumentó un 20% con la llegada de personas refugiadas. Se actuó con celeridad para adaptar y transformar el espacio del museo en un sitio seguro. Se trabajó para cubrir las necesidades básicas: distribución de alimentos, medicamentos y productos de higiene personal. Poco a poco, se detectaron nuevas demandas y el centro pasó a ofrecer servicios como soporte legal o ayuda en tramitaciones administrativas, como la obtención del permiso de trabajo. Para atender a esta multiplicidad de tareas, se ha contado con la complicidad y la colaboración de profesionales de disciplinas diversas. El proyecto Girasol se ha convertido en un centro multicultural donde se imparten talleres y actividades de todo tipo, y también se celebran eventos y fiestas tradicionales. El ejemplo del Museo de Arte Moderno de Varsovia pone de manifiesto que, para poder mantener los vínculos con la comunidad, existen momentos en los que el museo debe tomar la valiente decisión de transformarse y convertirse temporalmente en un espacio diferente.

Tabla de experiencias 2: Mediación de museos en la rehabilitación de víctimas y el empoderamiento de poblaciones recién llegadas con riesgo de exclusión social

Claudio Rammsy centró su intervención en la labor mediadora del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos de Santiago de Chile, de donde es jefe del Área de Educación. El museo, fundación privada con financiación estatal, nació durante la transición por la necesidad de conservar la memoria de la violación de los derechos humanos ejercida por la dictadura, y fue impulsado por las comisiones de la verdad creadas a raíz de los miles de personas desaparecidas, ejecutadas y perseguidas por Pinochet. Rammsy remarcó que el país ha hecho un esfuerzo por resarcir la dignidad a las víctimas, con gestos de reparación como el apoyo del Estado al museo, y asumió el mal cometido el día en que las organizaciones de derechos humanos hicieron donación de un informe con los relatos de los acontecimientos sufridos. Estos documentos son la base del conocimiento patrimonial atesorado por la institución, con la misión de concienciar a las nuevas generaciones para que no se repita la conculcación de los derechos humanos.

El ponente señaló que no son un espacio del horror y la tortura, sino de toma de conciencia, siguiendo el precepto de la ONU para el establecimiento del compromiso de reparación a las víctimas. El abanico de acciones que despliegan pone de manifiesto una alta vocación educativa. Trabajan con alumnos de escuelas e institutos —el golpe de estado y la violación de los derechos humanos figuran en el currículum—; también con universitarios y en la formación de miembros de las fuerzas armadas y policiales. Han llegado a la primera infancia a partir de un mapa interactivo de los derechos de los niños y se aproximan a los jóvenes a través de un programa de formación de monitores centrado en el uso de la no violencia activa como medio de transformación social. Ofrecen visitas mediadas, no guiadas, en las que el educador facilita el contacto entre los visitantes y la experiencia que relata el museo. Forman docentes para que hagan del museo una estrategia educativa, y voluntarios para cubrir varios servicios dirigidos a los públicos. Este bagaje en didáctica los ha llevado a crear la Escuela Iberoamericana de Mediación.

Rammsy también reivindicó el carácter “controversial” del museo: acogen conmemoraciones, como el día del ejecutado político, y con frecuencia abordan temáticas actuales como el uso de balines en manifestaciones o el negacionismo y la justificación de la violación de los derechos humanos. Estos embates ponen en peligro la aportación estatal al museo y a otras instituciones de derechos humanos, llegando la situación hasta el Senado. Si no logran revertirla, se lamentaba el poniente, el museo está condenado al cierre.

A continuación, Daniel Pérez dio a conocer las acciones que realizan con personas jóvenes recién llegadas en la Sociedad Científica El Museo Canario, de la que es director. Esta fundación privada, de más de cien años de existencia, conserva, investiga y divulga el patrimonio de las islas Canarias anterior a la ocupación castellana, y cuenta con los fondos arqueológicos más significativos de los antiguos pobladores bereberes y con el archivo histórico más importante de las islas, que lo consolidan como un importante centro de investigación y divulgación en torno a la relación de la población con el territorio y su impacto.

A pesar del grueso de turistas europeos y españoles y escolares que los visitan, han adoptado un papel proactivo con la integración de las personas y la participación de las comunidades, desarrollando una estrategia para convertirse en un museo seguro, inteligente y sostenible. El edificio se encuentra en el núcleo histórico de la población, entre barrios de autoconstrucción con carencia de servicios y problemas estructurales, y donde llegan constantemente personas procedentes mayoritariamente de África. Canarias es la frontera más meridional de Europa, y las crisis humanitarias, los conflictos violentos o las presiones geopolíticas han aportado, desde la pandemia hasta ahora, unas diez mil personas provenientes de rutas migratorias, en muchos casos peligrosas. Ante este panorama tan complejo, el museo decide involucrarse en paliar esta situación. Se han diseñado talleres de arqueología y desarrollo sostenible; de familiarización con herramientas digitales, y de formación cultural de recién llegados como guías del museo para otros colectivos. Además, extienden esta formación a preceptores de organizaciones no gubernamentales, en colaboración con instituciones internacionales y locales, en especial del oeste de África, como el proyecto de cooperación para capacitar a jóvenes senegaleses en mediación cultural y turismo sostenible, con un diálogo mutuo para encontrar equivalencias culturales y establecer otros proyectos.

Pérez también se refirió a una metodología propia, History thinking, que se basa en la historia como un vector para la transformación de las personas, para transmitir valores y desarrollar habilidades y competencias; y en la transversalidad y la innovación tecnológica, para salvar las diferencias lingüísticas con los recién llegados. Así, han llegado a más de trescientas personas y han contribuido a empoderarlas haciéndolas conscientes de la cultura que las acoge y facilitando su posterior integración. De hecho, concluyó, la población canaria siempre ha vivido experiencias de integración, es una sociedad diversa, y este hecho debe tenerse siempre presente: es necesaria una metodología innovadora, en constante adecuación, y establecer un vínculo transversal de cocreación con el público.

Imma Boj, directora del Museo de historia de la inmigración de Cataluña (MhiC), inició su intervención enunciando dos premisas: la idea de que el conflicto forma parte del patrimonio y, en tanto que es así, todo lo que preservemos y tenemos la obligación de conservar lleva implícito un discurso de conflicto; y la cita de Nina Simon en The Participatory Museum: "Para ser participativos, los museos deberían ser lugares de uso cotidiano, espacios de confianza que inspiren al público a crear y compartir". Por tanto, para Boj los museos acogen al público, pero es éste quien desarrolla las identidades de los espacios. Es el caso del MhiC, un espacio de memoria migratoria con una clara vocación educativa, intercultural, de ciudadanía y de vida cotidiana, que construye su patrimonio desde esa visión de “documento identitario”.

En esta línea se enmarcan los proyectos llevados a cabo desde 2019 con jóvenes migrantes y menores extranjeros no acompañados (MENA) de entre 14 y 18 años procedentes de África subsahariana y del Magreb que viven bajo tutela administrativa. Son siempre chicos, que proceden de un mismo centro de internamiento y que llegan al museo a través de sus educadores. Boj explicó que desde el inicio el museo los percibió como un público agente, aportador y generador de un nuevo patrimonio. Se pensó en la creación de una exposición de fotografía en base a un taller, con un proceso de aprendizaje compartido a tres bandas: los jóvenes en el rol de creadores; los artistas y técnicos de una cooperativa de audiovisuales educativos como mediadores y equipo de confianza; y el museo que acogía este relato, catalogando, preservando y difundiendo este nuevo patrimonio. El resultado fue una exposición fotográfica de Barcelona a través de los ojos de estos chicos, dándoles recursos y herramientas para que ellos mismos, con sus móviles, hicieran la exposición. Toda la producción fotográfica se incorporó al fondo del museo como contenido patrimonial.

El siguiente proyecto se desarrolló dentro del museo, coordinado por el equipo técnico y con profesionales externos que aportaron herramientas de expresión y mediación desde la vertiente artística. En plena pandemia, en 2020, se optó por explorar el lenguaje corporal en torno a la fiesta como centro de interés. El producto final fue un documental de autoproducción con una alta calidad técnica y emotiva a partir de la narrativa de sus historias, trabajando memoria compartida y diversa, ritual y gestual, referencias al patrimonio del lugar de origen, la forma de socializar y el momento liberador que significa la fiesta.

Con todo el bagaje anterior, en 2021 se optó por hacer un podcast. Metodológicamente, se siguieron los mismos parámetros: trabajo con un grupo de entre seis y diez jóvenes con una situación legal diversa y una duración de dos o tres meses, con una dedicación semanal de unas dos horas en el centro en el que viven. El museo se desplazaba pero también acudían de forma puntual al equipamiento, siempre con la implicación de los mediadores del centro. Al final, la presentación se hacía conjunta y se entregaban las certificaciones de participación.

Para Boj, la conclusión de esta singladura es que los productos resultantes son contenidos creados para formar parte del catálogo del MhiC como patrimonio colectivo, para dar visibilidad al conflicto de los desplazamientos humanos de menores y condenar la vulneración de los derechos humanos y de la Carta de los Derechos del Niño.

Clausura

A continuación, tuvo lugar una mesa redonda moderada por Teresa Reyes, presidenta de ICOM-España, que realizó una intervención previa para explicar las acciones de protección que se llevan a cabo desde esta institución. Reyes destacó la elaboración de las listas rojas de bienes culturales en peligro, que recogen los bienes expoliados, susceptibles de tráfico ilícito, reconocidas por la Comisión Europea y utilizadas por la Interpol. Actualmente, existen dieciséis listas finalizadas y se está elaborando la de Ucrania, la primera que se hace con el conflicto en curso. Reyes también comentó que desde 2019 se está trabajando para la formalización de un comité español de Escudo Azul.

La jornada concluyó con la representación de un fragmento del espectáculo P.A.U. Paisajes en los Ojos, a cargo de la compañía La Fam de la Fera, basado en testimonios reales de personas migradas que acercaron al público su historia de vida, una historia que ha transitado por un montón de paisajes buscando una tierra de libertad y esperanza. Con este espectáculo, quisimos poner de manifiesto y reivindicar el gran potencial de las artes y la cultura para sensibilizar y concienciar a la ciudadanía en relación con las crisis humanitarias y las situaciones de falta de libertad y de vulneración de los derechos humanos. Los museos no sólo deben conservar el patrimonio y velar por nuestro legado cultural, sino que deben convertirse en lugares de reflexión y de denuncia, con un importante papel en la educación y el fomento de los valores democráticos. Una tarea que desde las instituciones museísticas no podemos ni debemos ignorar si queremos contribuir a la construcción de una sociedad más justa, igualitaria, estable y basada en la paz social. Los museos son espacios de memoria y creatividad, pero también lugares de encuentro, convivencia y bienestar social y emocional, y el patrimonio cultural puede convertirse en una importante herramienta de cohesión social, una auténtica arma de construcción masiva.

Bibliografía

 

Pueden consultar los vídeos de la Jornada en:

Diputació de Barcelona (2022, novembre de 2022). XXXIV Jornada de la Xarxa de Museus Locals: Museus, conflictes i crisis humanitàries [vídeos]. https://www.diba.cat/opc/jornades_museus.

 

Armadans Gil, J. “Construir pau en un món en crisi” (marzo de 2020). XXXIV Jornada Museus Locals 2022: Museus, conflictes i crisis humanitàries. El patrimoni com a eina de construcció massiva. https://bit.ly/3JV5vgB.

 

Blue Shield International. https://theblueshield.org/.

 

El Museo Canario. https://www.elmuseocanario.com/.

 

Heritage For Peace. https://www.heritageforpeace.org/.

 

ICOM. (s.d.). Red Lists Database. Recuperado el 21 de marzo de 2023 de https://icom.museum/en/resources/red-lists/.

 

Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. https://web.museodelamemoria.cl/.

 

Museu d’història de la immigració de Catalunya (MhiC). https://www.mhic.cat/.

 

Museum of Modern Art in Warsaw (s.d.).  “Sunflower Solidarity Community Center”. Recuperado el 21 de marzo de 2023 de https://artmuseum.pl/en/cykle/slonecznik-solidarny-dom-kultury.

 

Stone, P. “The proactive protection of museums and heritage in the event of armed conflict and/or disaster. The work of the Blue Shield” (febrero de 2022). XXXIV Jornada Museus Locals 2022: Museus, conflictes i crisis humanitàries. El patrimoni com a eina de construcció massiva. https://bit.ly/3JYjyCd

 

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