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Número 14, año 2024
Revista Catalana de Museologia

La metamorfosis de un depósito de locomotoras de vapor del siglo XIX

El viaje del Museo del Ferrocarril de Cataluña

Fecha publicación: 31/07/2024


Relato

Fecha publicación: 31/07/2024

Relato

Abstract

A finales del año pasado se abrieron las puertas de las naves rehabilitadas de lo que fue el depósito y taller de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú desde 1881 hasta 1967, con una propuesta museográfica que modifica radicalmente el relato del patrimonio que se custodia en el Museo del Ferrocarril de Cataluña. La conocida también como la “Casa de los Trenes” invita a un viaje en el tiempo. Un planteamiento que ofrece a los visitantes la oportunidad de convertirse en viajeros del pasado al futuro y gozar de una experiencia que pretende ser transformadora, como lo ha sido el tren desde su aparición. Este invento humano ha demostrado ser un constante motor de progreso en el mundo, lo que el historiador británico Tony Judt denominó su “perenne modernidad”.

Es un gran reto, mudar la piel y el alma de este conjunto de más de 17.000 m2 de instalaciones productivas ferroviarias en un medio de divulgación atractivo y accesible para una ciudadanía amplia, formada por personas de distintas edades, intereses, requerimientos y sensibilidades. Un desafío que ha necesitado ganar una amplia credibilidad para obtener la ayuda y la participación en el proyecto de distintas personas, instituciones, empresas y entidades. El arquitecto chileno Alejandro Aravena, premio Pulitzer, afirma que el éxito no consiste en llegar lejos, sino en hacerlo acompañado, y así ha sido. De hecho, no podía haber sido de otra forma. Ganar a pulso confiabilidad y cooperación ha sido la clave.

El punto de partida no era el más adecuado, porque originariamente las históricas instalaciones no dejaban de considerarse unas viejas edificaciones, unas máquinas y unos coches de viajeros de Renfe en Vilanova i la Geltrú que se miraban desde cierta distancia tanto desde las instituciones catalanas como desde el Estado, y se añadía una baja valorización general del patrimonio industrial. Por otra parte, tampoco es difícil comprender las dificultades que implica la gestión de los museos del tren por estar ubicados en antiguos espacios productivos, el gran tamaño de sus elementos, el alto coste material de atender en condiciones a vehículos e instalaciones, las presiones de determinados sectores de la afición que exigen el movimiento de las máquinas y, en esta ocasión, el hecho singular de ser el único museo de Cataluña que está gestionado por una organización pública estatal, la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, creada en 1985 por Renfe y Feve, la desaparecida empresa pública operadora de ferrocarriles de vía estrecha.

El combustible que ha permitido generar las adhesiones necesarias para asumir un proyecto que puede considerarse innovador ha sido la absoluta convicción por parte del museo de que en la capital de El Garraf se conserva un tesoro que hay que cuidar y al que hay que dar el máximo relieve. Una distinción que requiere un relato que provoque el disfrute común del conocimiento y de las vivencias gratificantes. El empeño en avanzar en esta dirección, de reivindicar la memoria y la identidad de una población con ADN ferroviario, una visión estratégica estable, la entrega de un equipo pequeño como es el de Vilanova (de tres a siete personas en veinticuatro años) han sido los carburantes para generar red, que unido a la confianza de su fundación, han llevado a la consecución de un cambio sin precedentes.

Aunque todavía queda mucho para llegar a ser el museo soñado, como la cobertura y la protección de la totalidad de los vehículos o la pavimentación general del exterior —donde la existencia de carriles condicionan la accesibilidad universal—, con estas actuaciones y todas las actividades que se desarrollan se han fijado y consolidado las bases del que es el museo de referencia del ferrocarril en el país y de lo que puede llegar a ser en la museología europea.

“Buscaba trenes y encontraron pasajeros”

 Esta cita del escritor Paul Theroux de su libro El gran bazar del ferrocarril refleja el alma de la nueva museografía. El incremento de 1.500 m2 en los espacios expositivos del museo ha permitido plantear un viaje, con todos los valores que representa: la aventura, la exploración, la ilusión, el placer… Un recorrido en el que los principales protagonistas son las personas. La oportunidad de profundizar en el impacto que este medio ha tenido en la libertad de movimientos o en la medida del tiempo, en definitiva, en la vida humana. Una mirada a los pasajeros que desde 1848 han podido desplazarse masivamente desde su lugar de origen y los profesionales que lo han hecho posible.

Esta orientación social supone un cambio en la esencia de lo que representan buena parte de los centros patrimoniales dedicados al ferrocarril en el mundo, en los que la centralidad tanto de su discurso como de su labor gira en torno a las máquinas. En esta tendencia, sin duda, se halla el impulso decisivo dado en su génesis por las compañías ferroviarias, por los aficionados, coleccionistas o ingenieros del ramo. Unos museos centrados en la ciencia y la técnica de los sistemas de locomoción, de seguridad y de funcionamiento, que en el caso del de Cataluña han querido abrir el plano e incorporar las repercusiones sociales y laborales. Es una decisión no exenta de un cierto sentimiento de traición por lo que supone de transgresión de la forma tradicional de ver este tipo de equipamientos por una parte de su público objetivo. La conciencia de que quedaba mucho por decir de la relevancia de la movilidad ferroviaria en la sociedad contemporánea y la ilusión de hacerlo con un nuevo lenguaje fueron capaces de atravesar el vértigo que suponía el cambio de mirada.

La voluntad del museo era situar la trascendencia que supuso el transporte colectivo por vías de hierro en el centro narrativo, no sólo de trenes de corta, media o larga distancia, sino también de los urbanos (metros o tranvías). Una innovación tecnológica que ha transformado el mundo y que hoy sigue al frente de las soluciones a los retos que plantea la movilidad de unas ciudades superpobladas y los graves problemas medioambientales.

En la nueva museografía, la dirección del museo, escoltada por la fundación que lo gestiona y el MNACTEC que hace de guía, se marcó el propósito de ofrecer un planteamiento transversal, amplio y alentador, para conseguir un relato que conectara e hiciera vibrar a cada una de las personas que cruzan el umbral de entrada. El desafío es ser capaces de transmitir con entusiasmo contagioso que el ferrocarril ha sido uno de los inventos más significativos para la humanidad y que su utilización lo sigue siendo.

Cuando el primer ferrocarril partió de la estación de Stockton (Gran Bretaña) en 1825, el mundo cambió. Su rápida expansión supuso cambios trascendentales en el territorio y en la sociedad, fue un hito crucial de la Edad Contemporánea. Su implantación supuso la modificación del paisaje, el urbano y el rural, en cuyo perfil empezaron a proliferar estaciones, caminos de hierro, agujas y señales. La presencia del tren también trajo consigo una revolución en el ritmo de la vida porque aportó dos factores nuevos: la velocidad y la puntualidad. Y es que el ferrocarril permitió acercar poblaciones en tiempos desconocidos y que las personas pudieran descubrir otras realidades y recorrer distancias cada vez más amplias, hasta el punto de hacer imprescindible la creación de un sistema horario universal, para el que se tomó como referencia el Meridiano de Greenwich. Todos estos cambios pronto formaron parte del imaginario colectivo, tuvieron consecuencias culturales de todo tipo y se reflejaron en la literatura y las artes, como nos ha ayudado a entender el ingeniero y filólogo catalán Jordi Font-Agustí.

Viaje en el tiempo

En el marco del 175 aniversario de la implantación del ferrocarril peninsular, el 28 de octubre de 2023, el Museo del Ferrocarril de Cataluña abrió al público las naves restauradas de los talleres del antiguo depósito de locomotoras de Vilanova i la Geltrú con una museografía que, con el nombre de Viaje en el Tren del Tiempo, ofrece un recorrido en el que se revelan facetas esenciales del ferrocarril en la historia contemporánea: democratización de la movilidad, circulación de artículos de todo tipo, inspiración artística, movimientos migratorios, nuevas actividades laborales y productivas…

En un itinerario que comienza al amanecer de un día cualquiera hasta la puesta del sol, con parada en cinco estaciones representativas de la red catalana y la validación en cada una de unos billetes electrónicos que facilitan la interactividad con los “viajeros”. El pórtico de entrada es la más emblemática, la estación de Francia de Barcelona, que en los años cincuenta y sesenta del siglo XX recibió a miles de emigrantes (este ámbito se ha desarrollado gracias a la colaboración de la dirección del Museo de Historia de la Inmigración de Cataluña).

 

La segunda estación es la intermodal de Sants, que da paso al descubrimiento del nacimiento y la expansión del ferrocarril catalán, remarcando el espíritu emprendedor de sus promotores y, en especial, el papel del desarrollo ferroviario en Vilanova i la Geltrú. Continúa el viaje en tren bordeando el mar por las estaciones de Castelldefels y Vilanova i la Geltrú hasta llegar a Tarragona. En cada una de estas paradas, a través de los caminos de hierro se van mostrando aspectos tan relevantes como la unificación horaria en todo el mundo (en España en 1901), la inspiración que supuso el tren para los artistas o su protagonismo en el universo cinematográfico desde sus inicios, pasando por su capacidad transformadora de paisajes o vidas, los millones de historias que propician los viajes en tren y la estancia en estaciones. En este relato se ha querido dar a conocer la complejidad que comporta el funcionamiento diario del sistema (con el ejemplo de Barcelona y las distintas redes ferroviarias que hacen posible la movilidad colectiva de la población), los profesionales ferroviarios que hacen posible que funcione, la presencia y el papel de la mujer o elementos técnicos y de seguridad en las distintas épocas y compañías.

Un relato sustentado por más de un centenar de objetos históricos, de documentos de todo tipo que han salido del archivo del museo como mapas, planos, acciones y vehículos tan representativos como la primera locomotora de vapor construida por la Maquinista Terrestre y Marítima en Cataluña, la Caldas, o el primer Talgo que funcionó, maquetas de diferentes escaleras (desde las más pequeñas hasta la del tren más moderno de alta velocidad de tamaño real). También existen más de una decena de recursos audiovisuales, una veintena de monitores interactivos, un espacio de realidad aumentada en uno de los fosos donde los operarios del taller de Vilanova reparaban locomotoras o una sala inmersiva para descubrir la proyección hacia el futuro del ferrocarril. Un conjunto de recursos de todo tipo para cautivar el interés.

Historia del desenlace museográfico

La implantación de una museografía estimulante empezó a tomar cuerpo a finales del siglo XX, de la mano del Sistema Territorial de Museos del MNACTEC. En ese momento, su director, Eusebi Casanelles, marcó una hoja de ruta. Se trataba de construir un relato divulgativo y atractivo con los bienes muebles e inmuebles de los centros patrimoniales, de modo que mediante sus patrimonios pudiera crearse un discurso integrador de la significación productiva, económica, técnica, científica o artística de la industrialización en la configuración de la historia y la identidad cultural catalana, así como de su relevancia en el futuro. El papel del ferrocarril era básico con esta construcción conjunta, dado que la línea de Barcelona en Mataró fue la primera en funcionar en la Península, por el rápido desarrollo de la red en Cataluña y porque la colección técnica de Vilanova se consideraba de las más destacables del Sistema. Pese a la falta de recursos económicos, desde la dirección del museo se empezó a trabajar en la línea marcada. Entre 2000 y 2014 se realizaron dos proyectos museológicos y dos museográficos, los primeros desde el propio museo, y los segundos la fundación los encargó a empresas profesionales del sector.

La ayuda del programa del 1,5% cultural del Ministerio de Transportes en 2015 fue concluyente para hacer realidad ese enfoque. Aunque previamente para llegar a ello será necesario obtener la cooperación de unos y otros. El master plan del conjunto realizado en 2008 por el arquitecto de Adif, José Ramón Pastor, en colaboración con Jordi Roig, fue financiado por el MNACTEC; los recursos económicos de novecientos mil euros de los Presupuestos Generales del Estado de las enmiendas presentadas en los años 2009 y 2010 por los diputados de CIU en el Congreso, Carles Campuzano y Pere Macias, permitieron la elaboración de los ejecutivos para la rehabilitación de las históricas naves (por los propios arquitectos del anteproyecto) y los primeros trabajos de recuperación del espacio de la valiosa Nave del Puente-grúa. La existencia de los proyectos arquitectónicos y la voluntad de la dirección de la Fundación de los Ferrocarriles de presentarlos al ministerio para solicitar los fondos económicos necesarios fueron los dos factores determinantes para la aprobación de una inversión de dos millones cuatrocientos mil euros entre 2015 y 2018.

La realización de estas intervenciones en el museo y el ofrecimiento a la Generalitat de los espacios recuperados permitieron instalar un centro de vacunación masiva en El Garraf para hacer frente a la pandemia, justo en el mismo lugar que unos años antes (2013-2019) fue el centro de encuentro de las entidades de la coordinadora de jóvenes de Vilanova, gracias a un acuerdo histórico de la Fundación de los Ferrocarriles con su ayuntamiento. Estos dos pilares han sido los indicadores más claros de la voluntad de apertura social del museo.

Una última aportación de seiscientos mil euros posibilitaría la ejecución del proyecto museográfico. El resultado de años de reflexión y la suma de experiencias profesionales han sido el planteamiento museográfico que puede verse ahora en el museo. La primera compañía en desarrollar un anteproyecto museográfico fue Eurecat, en 2013, sobre la base del proyecto museológico realizado en 2008. Fue diseñado por las museólogas Mireia Mascarell y Ana Requejo, siendo esta última la encargada de las posteriores actualizaciones. La empresa Intervento elaboraría el proyecto ejecutivo antes de la licitación de 2022. En el apartado de accesibilidad, el museo contó con la participación del museólogo de Vilanova Jordi Medina y de la arquitecta Irene Raya.

La invitación para viajar en tren que se propone en el museo permite revelar los beneficios medioambientales de su utilización, el múltiple entramado de redes que teje y la necesidad de su existencia, al mismo tiempo que su futuro ilusionante. En estos momentos, lo indiscutible es que sobre los caminos de hierro llegó la libertad de movimientos de la mayoría de las personas, de las materias primas, de los artículos fabricados o de las ideas. El tren movilizó al mundo y ha sido fuente de inspiración y de avance. Los carriles facilitaron el viaje físico y cultural. Su impacto y el valor de la movilidad colectiva que ha ofrecido este medio de transporte son extraordinarios, para el desarrollo de la sociedad, para la vertebración geográfica, para el ecosistema y, en definitiva, para el bienestar general.

La capitalidad del ferrocarril en Cataluña

Una de las principales consecuencias de los años de dedicación del museo a dar relieve al ferrocarril de Vilanova y de concienciar a la sociedad de la importancia de la movilidad sostenible es que el Govern de la Generalitat de Catalunya, con la colaboración del Ayuntamiento, a finales de 2023 designó a Vilanova i la Geltrú como la ciudad en la que se manifestó la voluntad de concentrar la formación ferroviaria permanente. Esencialmente, este éxito ha sido posible por la estrecha colaboración en materia educativa con la Universidad Politécnica de Cataluña en Vilanova desde hace más de quince años, los que hace que empezaran a impartir los primeros estudios del máster ferroviario. A partir del curso 2024-2025, la ciudad se convertirá en el corazón del sistema ferroviario catalán, con la puesta en funcionamiento del primer grado del Estado en Ingeniería Eléctrica y Sistemas Ferroviarios.

Un nuevo avance es la conformación del llamado anillo ferroviario, un espacio urbano donde, en torno a las históricas edificaciones del Museo del Ferrocarril de Cataluña —entre las que destaca la Rotonda con su cuarto de corona modernista—, se despliegan diferentes espacios servicios a la movilidad, la cultura y la educación.

El Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú parece dispuesto a revalorizar la singularidad que confiere el transporte en tren a la ciudad y aprovechar las semillas que se han plantado por parte de las organizaciones culturales y educadoras en los últimos años. De hecho, se quiere proyectar a la ciudad como referente nacional e internacional de excelencia en el ámbito de la formación en movilidad sostenible e innovación. Es un indicador más de la indiscutible capacidad inspiradora y transformadora de los museos y de su patrimonio humano, y el Museo del Ferrocarril de Cataluña ha vuelto a demostrarlo.

En primera persona

La autora de este recorrido, que ha dirigido el Museo del Ferrocarril de Cataluña hasta el 1 de abril de 2024, quiere finalizar el artículo en primera persona, para expresar mejor cómo ha sentido este viaje.

"Como no sabía que era imposible, lo hice". La frase, atribuida a Einstein, podía encajar en lo que me sucedió el 1 de junio de 1998, al tomar las riendas de las instalaciones del antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú, donde había una notable colección de vehículos. Cuando ese día me enamoré del incipiente museo de trenes, estaba convencida de que la valía del fondo y mi determinación y pasión podría impulsarlo en poco tiempo. Lo que creía que tardaría dos o tres años en cristalizar se ha demorado veinticinco, y, de hecho, todavía falta para dar por finalizado el proceso…

Mi trayectoria profesional empezó años antes, cuando, con vocación comunicadora, entré en Renfe para estudiar con autonomía. Al final me licenciaría en Historia Contemporánea, pero también realizaría labores de periodismo en la empresa. Tras dedicarme a distintos ámbitos de la operadora ferroviaria, me encargaron la gestión del Corredor Mediterráneo y poner en marcha el servicio Euromed de altas prestaciones. Eran tiempos convulsos para las pioneras directivas, especialmente en sectores tan masculinos como el ferroviario. Combinar vida pública y privada era toda una hazaña. En 1998, cuando tenía treinta y siete años y una hija de cuatro, me ofrecieron pilotar en Cataluña la conmemoración del 150 aniversario del ferrocarril peninsular y, en paralelo, la dirección de Vilanova. Me pareció la oportunidad de volver a mis orígenes formativos, de poderlo conciliar con una crianza más cercana y seguir cooperando en el fortalecimiento de la movilidad ferroviaria. Acepté.

En ese final del siglo XX, yo creía que sería rápida la metamorfosis de aquel centro ferroviario confuso y oscuro en un museo moderno, consideraba que era lo más “natural”. Había que empezar por aprender a hacerlo. Busqué dónde se enseñaba gestión patrimonial, y así me apareció el máster de Museología y Gestión del Patrimonio de la UB. En el mismo año 1998 me matriculé en el curso, y cada día de clase para mí era un regalo para aplicarlo al día siguiente en Vilanova. Expertos como Xavier Roger, Teresa Sala, Antoni Laporte, Jaume Bernades o Jusèp Boja, entre otros, fueron mis maestros, los me abrieron las ventanas de un mundo fascinante. El proyecto final de máster fue el primer museológico que se realizó del equipamiento de Vilanova. En paralelo, buscamos la colaboración institucional para abrir puertas y ventanas y que entrase la luz.

Cuando todavía no había pasado de la fase de enamoramiento a la de amor, ya entendí que lo que a mí me había parecido "natural" ni las instituciones de Cataluña ni las organizaciones de fuera lo consideraban así. De hecho, el universo cultural industrial obligaba a mucho más que a poner dedicación y pasión para tener un mínimo de éxito.

Puesto que creo que solo se cambia el orden de las cosas a través de un esfuerzo continuado y concentrado, me consagré al trabajo. Lo hice acompañada de las personas que, poco a poco, se sumaron al proyecto. No fue nada sencillo obtener la credibilidad y la confianza institucional y profesional que requiere el desarrollo museológico cuando falta el apoyo más cercano y se mira con desconfianza el equipamiento como una extensión de una operadora pública estatal.

Muy lentamente, nos fuimos ganando adhesiones hasta llegar a construir unos vínculos y relaciones que calificaría como personales, que favorecieron la consecución de una red que apoyó el proyecto. Aunque también la fortuna ha tenido su protagonismo en su desarrollo, porque en los momentos en los que pasó por la puerta nos encontró preparados y con ilusión de acogerla y cultivarla.

Este período de liderazgo me ha dado muchas satisfacciones y también bastante angustias. En este punto del viaje siento que si no he disfrutado suficiente de una tarea tan noble y enriquecedora como ha sido liderar el museo de Vilanova quizás ha sido por la incapacidad de superar algunas manías propias: la voluntad tozuda de saltar obstáculos, miedo a las consecuencias que tiene saltarlos, necesidad de validar su propia existencia o una sensibilidad y autoexigencia desbordantes. Por otra parte, ha sido muy satisfactorio contribuir a la construcción de un servicio amable a la ciudadanía alrededor del universo del patrimonio ferroviario y hacerlo con la cuidadosa elección y acompañamiento de las personas con las que se ha creado un ambiente cálido, generoso, confiado, nutritivo, comprometido… Todo un regalo para quienes entendemos la conexión humanista en la gestión de las organizaciones como un arte.

La creación en 2006 de la Asociación de Socios y Colaboradores del Museo, en la que participan una cuarentena de voluntarios, en muchos casos profesionales del antiguo universo ferroviario, y su fortalecimiento, considero que ha sido un gran acierto. Son buenos compañeros de viaje que aportan experiencia, conocimiento y ganas de ayudar. Aunque lo más concluyente es la reconversión de las antiguas instalaciones ferroviarias del siglo XIX en un museo oficial, que figura con el número 114 en el registro de la Generalitat de Catalunya, y su potenciación como espacio público cultural del siglo XXI.

El servicio del museo se ha ido ampliando con el paso del tiempo sobre los carriles de dos creencias: la primera, en Vilanova i la Geltrú, donde existen unos valiosos bienes que hay que preservar y transmitir, y que son los mejores portadores de buenos relatos imbricados en la historia del territorio y, la segunda, la contribución al bien común que se hace desde el servicio público del museo que da sentido a abrir los ojos cada mañana (una creencia difícil de compatibilizar con una rica vida privada y familiar).

De modo que siento que en el 2024 se cierra el círculo de un cuarto de siglo que va desde las conmemoraciones de los 150 años hasta las del 175 aniversario del ferrocarril Barcelona-Mataró, las que me llevaron a establecer mi casa en Vilanova i la Geltrú. Al mismo tiempo, es la oportunidad para dar un renovado empuje al proyecto del museo de referencia sobre el ferrocarril en Cataluña con una nueva dirección que supere potenciales condicionantes históricos y aporte valor, talento y fuerza.

Esta percepción y la voluntad de recrearme en el paisaje y de poder emprender otros itinerarios fueron lo que me decidió a cambiar de asiento en el tren en el que viajo. He pasado de la locomotora a uno de los coches de viajeros, para dejar paso a una nueva conducción. No bajo del tren, pero sí cambio de posición. Tengo la convicción de que el nuevo liderazgo será determinante para alcanzar los próximos retos, un impulso que volverá a conjugarse en femenino plural.

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