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Número 14, año 2024
Revista Catalana de Museologia

Museo de Valls, nueva colección permanente

Fecha publicación: 25/04/2024


Actualidad

Fecha publicación: 25/04/2024

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Abstract

Hace poco más de un año, en diciembre de 2022, se inauguró la ampliación del Museo de Valls. Se trata de unos trabajos que han supuesto la incorporación de nuevos espacios expositivos, con una nueva planta, que a partir de ahora será la permanente del museo. Pero la novedad no solo es que se ha abierto una nueva permanente, sino que se ha abierto la primera permanente del museo en los últimos treinta años. Es una actuación que corrige una situación anómala. Para entenderlo es necesario hacer algo de historia. 

Historia del museo

Desde los años cincuenta el museo estaba abierto en un edificio histórico de la ciudad, en el antiguo castillo de Valls. En los años sesenta el Ayuntamiento decidió construir un edificio de nueva planta para acogerlo. La razón principal era que un mecenas de la ciudad haría donación de más de doscientas cincuenta obras de pintura catalana, que se sumarían al fondo ya existente. Los espacios donde se ubicaba en ese momento el museo no permitían mostrar esta nueva donación. 

Cuando el Ayuntamiento se dirigió al Ministerio de Cultura, en Madrid, para pedir una subvención para realizar el nuevo museo, la respuesta fue que para una ciudad pequeña como Valls, entonces de unos catorce mil habitantes, no existían ayudas, pero sí para hacer una casa de cultura. Así se cambió el proyecto de museo a casa de cultura, que básicamente implicaba poner algunos equipamientos más en el edificio. Así pues, la casa quedó configurada por una planta baja con una sala de exposiciones, además de las salas de arqueología y escultura barrocas del fondo del museo, un primer piso con una biblioteca y una sala de actos, y el segundo y tercer piso para el resto de las salas, para mostrar la colección del museo. En esos momentos el fondo estaba formado por unas seiscientas obras de arte, todas expuestas, y una colección arqueológica no muy grande repartida por varios espacios de la casa. 

Cuando en 1980 se realizaron los traspasos de competencias entre el Estado y la Generalitat de Catalunya, el edificio pasó a ser propiedad de la máxima institución del país. Y en 1984, con el despliegue de la red de archivos comarcales, el Departamento de Cultura decidió utilizar la Casa de Cultura como sede del Archivo Comarcal del Alt Camp, que ocupó toda la planta baja. Esto supuso la pérdida de la sala de exposiciones temporales y de las dos salas del museo, que quedó relegado a la segunda y tercera planta del inmueble. 

Desde entonces el Museo de Valls solo ha estado configurado por estas dos plantas, que se han utilizado para realizar exposiciones del fondo del museo y temporales. Por tanto, no existía una exposición permanente propiamente dicha. Esta situación, extraña, se ha mantenido hasta el 2022.

El nuevo museo

Hacía muchos años que el museo suspiraba por poder revertir la situación precaria de sus instalaciones y conseguir la necesaria ampliación de los espacios. Al final, esto ha sido posible gracias a la ocupación de la antigua biblioteca, en la primera planta. 

Con la remodelación realizada en 2022 el museo tiene los siguientes espacios: la conserjería, ubicada en la planta baja; la primera planta, donde se encuentra la permanente y una pequeña sala polivalente, y la segunda y tercera planta, dedicadas a las exposiciones temporales, tanto con obras del propio fondo como de externas, como se estaba haciendo hasta ahora. 

La remodelación del museo, de la que se ha ejecutado una primera fase, ha sido una actuación arquitectónica marcada por la sobriedad, muy ajustada económicamente. No podía ser de otra forma, pero ha permitido poner en valor los espacios del equipamiento. Ha sido una obra dirigida por el arquitecto Xavier Bustos, en equipo con Xavier Torrent y el ingeniero Raimon Grau.

La museografía de la nueva permanente ha sido creada por Xavier Torrent, diseñador de espacios y exposiciones de arte contemporáneo. De hecho, esta era la primera vez que afrontaba un proyecto de este tipo, centrado en una cronología histórica. Era un riesgo, elegir a un profesional especializado en obra contemporánea, pero al mismo tiempo también era una apuesta, para efectuar una mirada diferente a una permanente con artistas de diversas épocas. La forma en que se han colgado las obras responde a esta mirada.

Los recursos utilizados en la museografía son los clásicos, no se han utilizado elementos tecnológicos. La colección no los necesitaba. Sin embargo, sí se encargó un proyecto de iluminación propio del espacio y las obras. Ha sido diseñado por Maria Güell, de la empresa La Invisible BCN SL, y ha contado con un trabajo de focusing a cargo de Jou Serra.

Discurso museográfico

El discurso de la nueva permanente sitúa a la ciudad de Valls y a sus artistas en el centro del relato. El documento, elaborado en 2014, se tituló en un primer momento «De lo local a lo universal. De Jaume Huguet a Robert Gerhard. La aportación de Valls al mundo del arte», y después se acortó, en el 2021, en «De Jaume Huguet a Robert Gerhard. La aportación de Valls al mundo del arte».

El objetivo del proyecto museográfico ha sido poner de relieve la aportación que han efectuado los artistas de la ciudad a la historia del arte catalán. El ámbito cronológico abarca desde el siglo XV hasta el siglo XX, es decir, desde Jaume Huguet hasta Robert Gerhard. No es una visión exhaustiva de todos los artistas de Valls, sino sintética, principalmente por falta de espacio y, en algunos casos, porque no se dispone de acceso a obras representativas de estos artistas. Así pues, han quedado fuera personajes tan relevantes como el arquitecto barroco fray Josep de la Concepció, del siglo XVII, o el fotógrafo Francesc Català-Roca, del siglo XX, por poner dos ejemplos muy distantes.

El discurso se estructura a través de las diversas épocas artísticas que se han ido sucediendo: gótico, barroco, realismo (último tercio del siglo XIX) y noucentisme versus vanguardia (primer tercio del siglo XX). 

Las disciplinas artísticas que se han contemplado son la pintura, la escultura, el dibujo, la arquitectura, la fotografía, la orfebrería y la música. 

Las obras expuestas en la permanente provienen mayoritariamente del fondo del Museo de Valls, pero también se han incorporado piezas de otras instituciones para cubrir las carencias existentes en el museo de la ciudad. Así pues, se han añadido obras del MNAC, del MUHBA, del Museo Diocesano de Tarragona, de los Museos de Sitges y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, así como de dos colecciones particulares. 

Como el nexo de todos los artistas representados es su nacimiento en Valls, para evidenciar esta circunstancia y ponerlos mínimamente en contexto cada ámbito se ha introducido con un texto brevísimo sobre la ciudad, que en algunos casos está acompañado de algunas piezas ligadas a la historia artística de la localidad. Y a continuación se habla de los artistas de cada época.

En cada ámbito existen tres tipos de texto que corresponden a tres niveles de lectura, del más genérico al más concreto: el introductorio del ámbito, donde se habla sobre la ciudad; el subtexto al que hace referencia el artista o los artistas de ese ámbito, y la cartela de la obra. Mientras que los dos primeros textos están hechos en vinilo y enganchados directamente a pared, el tercero, los datos técnicos de la obra, está también en una hoja de sala que los visitantes se pueden llevar.

Los ámbitos de la permanente son los siguientes:

1. Entre el gótico y el renacimiento. Jaume Huguet, el primer vallense universal 

En este primer ámbito, el más pequeño de todos, después de una brevísima introducción sobre la villa de Valls, hay tres piezas, dos de contexto y una obra de Jaume Huguet. Las de contexto son un fragmento de un retablo de piedra del siglo XIV, proveniente de la antigua iglesia de Sant Joan, y unas vigas del techo de la iglesia del convento del Carme, decoradas con elementos góticos, pintadas hacia el año 1400. 

La pieza central es la obra de Jaume Huguet, acompañada de una biografía del artista. La obra es la mesa de la Santa Cena, que procede de la predela del retablo de San Agustín de la Cofradía de los Blanquers, cedida por el MNAC. Es una pieza que se devolverá, en pocos meses, con la mesa de la crucifixión del retablo de San Miguel arcángel de la Cofradía de Tenderos y Revendedores, también del MNAC.

Un relicario del siglo XVI, fragmentado, con la advocación de Todos los Santos, y proveniente de la iglesia de Sant Joan, sirve de transición al segundo ámbito. 

2. La ciudad del barroco y la estirpe de los Bonifàs

El segundo ámbito se inicia con el texto sobre la ciudad de Valls y de los artistas más significados del período. Seguidamente se pueden ver varias piezas de contexto: un arrimadero pintado de la casa Baldrich de Valls, de finales del siglo XVIII; dos relicarios de fachada del siglo XVII, que proceden de la sacristía del antiguo convento de Sant Francesc de Paula de Valls, cedidos por el Museo Diocesano de Tarragona, y dos libros, Llibreta de vernissos de Maigí Jiné, pintor y dorador de Valls, de 1818, y Kalendarium Sanctorum, propiedad de Serafí Carrer, escultor y dorador de Figueres, del siglo XVIII.

En este ámbito los artistas representados son el compositor mosén Jaume Casellas y la estirpe de los escultores Bonifàs. De Jaume Casellas (1690-1764), maestro de capilla de la catedral de Toledo, se puede escuchar al Kyrie de la Missa Pange Lingua, de 1751. Y de los Bonifàs, los grandes protagonistas de la época barroca en Valls, cuyo taller cubrirá la demanda de las comarcas tarraconenses y leridanas, podemos contemplar un buen conjunto de piezas.

La estirpe de escultores Bonifàs está formada por cinco artistas de cuatro generaciones. Del bisabuelo, Lluís Bonifaci (?-1697), se puede ver el Cabeza de santa Eulalia, de piedra, que coronaba el obelisco de la plaza del Pedró (1687), proveniente del MUHBA. De su hijo Lluís Bonifaci Sastre (1683-1765) se muestran dos bajorrelieves de madera del retablo de Sant Marc (1717) de la iglesia de Sant Joan de Valls. En cambio, de su hijo, Baltasar Bonifaci Anglès (1709-1747), fallecido prematuramente, no se expone ninguna obra. De quien culmina la estirpe, los hermanos Lluís y Francesc Bonifàs Massó, se pueden ver varias obras. En primer lugar, las piezas que realizaron para ser reconocidos como miembros de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, cedidas por esta institución. Seguidamente, de Francesc Bonifàs (1735-1806) podemos ver una traza de un retablo de la Asunción y varios elementos del retablo de Sant Oleguer de la catedral de Tarragona (1766), cedidos por el Museo Diocesano de Tarragona. 

El barroco acaba con las obras de Lluís Bonifàs (1730-1786), con dos imágenes de reyes bíblicos provenientes del retablo del Roser (1754) y con las cuatro figuras del oratorio de la familia Baldrich, de 1760-1766, y el libro de notas del escultor.

Por último, en este ámbito se ha querido efectuar un recuerdo al vallense Cèsar Martinell, por ser el primer gran estudioso del barroco en Cataluña. Se exponen algunas de las placas fotográficas de retablos barrocos de su archivo particular, donado al Museo de Valls, y las principales publicaciones que realizó sobre este período. 

3. Del estallido a la decadencia de la ciudad. Los artistas del ochocientos

El tercer ámbito se refiere a los artistas nacidos en la década de los sesenta del siglo XIX. Es un período en el que la villa de Valls vive una paradoja, porque se convertirá oficialmente en ciudad a pesar de que dejará de ser la séptima población del país a mediados del siglo, con dieciséis mil habitantes, para convertirse en una ciudad mucho más pequeña, debido al proceso de industrialización. La sustitución de los telares manuales generó una gran pérdida de empleo, a la vez que una alta conflictividad social y política.

En este contexto nacen en Valls cuatro artistas con una larga carrera artística, que a pesar de desarrollarla en Barcelona serán conocidos y reconocidos en su ciudad. Dos de ellos nacen en 1861, Francesc Guasch Homs y Bonaventura Casas Pàmies, y los otros dos en 1864, Anselm Nogués y Francesc Galofre Oller.

De Francesc Guasch Homs (1861-1923) se presenta un paisaje y de Bonaventura Casas Pàmies (1861-1907) tres piezas, los retratos del matrimonio Tarragó (1886) y la pintura inacabada de la Capilla de la Convalecencia (1905-1907).

De los otros dos artistas de este período, de Anselm Nogués Garcia (1864-1938) se muestran dos esculturas, dos bustos de chica de hacia el año 1920, cedidas por los Museos de Sitges, y de Francesc Galofre Oller (1864- 1942) su obra más conocida, Bòria Avall (1892), la cual le dio fama. Detrás de esta pintura de grandes dimensiones (de tres por cinco metros de tamaño de tela) se pueden encontrar cuatro esbozos de la obra, de los varios que hizo, y asimismo se reproducen algunos de los artículos aparecidos en la prensa sobre la pieza y material diverso que ayuda a entender la trascendencia de la obra a finales del siglo XIX. 

La generación prodigiosa (siglo XX)

El último ámbito de la exposición está dedicado a los artistas nacidos a finales del siglo XIX, pero que harán su carrera ya entrado en el siglo XX. Es un momento de severa crisis industrial que, ligada a la aparición de la filoxera, acabará hundiendo la ciudad. La pérdida progresiva de población no se detendrá hasta bien entrado el siglo XX.

En ese contexto tan desfavorable, aparece una generación única de artistas e intelectuales vallenses, de las más potentes que ha dado la ciudad en toda su historia. En menos de diez años nacen el arquitecto Cèsar Martinell (1888), el fotógrafo Pere Català Pic (1889), el pintor Jaume Mercadé (1889) y el músico Robert Gerhard (1896). Aunque todos ellos acabarán haciendo su carrera en Barcelona, coincidirán durante unos años en la ciudad, donde trabajarán por un ideal común: la renovación de la cultura del país, en un momento de alta intensidad creativa en Cataluña.

El artista mejor representado en la exposición es el pintor y orfebre Jaume Mercadé Queralt (1889-1967), del que se exponen una serie de pinturas en las que se puede ver la evolución de su obra, desde los primeros años veinte hasta los sesenta. También se expone una buena representación de dibujos y piezas de joyería y orfebrería, desde los años treinta hasta la década de los sesenta.

Del arquitecto Cèsar Martinell Brunet (1888-1973) se exponen dibujos y acuarelas de sus construcciones agrarias, de El Pinell de Brai, Gandesa, Cornudella, Nulles y Vila-rodona, levantadas entre 1919 y 1922, una maqueta del depósito de agua de El Pinell de Brai y fotografías de estas bodegas en construcción. 

El fotógrafo Pere Català Pic (1889-1971) está representado por un conjunto de imágenes publicitarias, realizadas durante los años 1932-1936, para las marcas Ford, Cinzano, Domecq, Myrurgia, los laboratorios Doctor Andreu y la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d'Estalvis.

Finalmente se encuentra el compositor Robert Gerhard Ottenwaelder (1896-1970), el más joven del grupo, el cual tendrá una estrecha relación con todos ellos en sus años de estancia en Valls. De él, podemos escuchar el ballet Ariel (1934), que tenía libreto de J. V. Foix y escenografía de Joan Miró.

Cierra el recorrido de la exposición permanente una pieza icónica de Pere Català Pic, el cartel Aixafem el feixisme (1936), una obra emblemática en la trayectoria del fotógrafo, y una muy buena pieza para cerrar este recorrido de quinientos años. 

 

Esta es la realidad del Museo de Valls, hoy. En los próximos meses se querría terminar la remodelación de los espacios, que consiste básicamente en poner al día las salas de la segunda y tercera planta, que no se han remodelado desde hace treinta años. 

Y el segundo frente es la construcción del espacio dedicado a la colección arqueológica, centrada en el mundo íbero, que está previsto afrontar este año 2024. 

Por otra parte, la permanente descrita no la entendemos como una permanente fija en el tiempo, sino que se quiere que tenga una duración máxima de cinco años. La perspectiva es que en 2026 o 2027 se renueve totalmente el discurso, para centrarlo en el arte catalán del siglo XX. La riqueza del fondo del museo permite realizar muchas lecturas, y por tanto es bueno que se puedan ir renovando cíclicamente y que sean hechas por miradas diferentes.

Bibliografía

Foto portada: Ajuntament de Valls | Pere Toda

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