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Número 14, año 2024
Revista Catalana de Museologia

L’ETNO: relat d’un camí cap als premis EMYA 2023

Fecha publicación: 28/02/2024


Relato

Fecha publicación: 28/02/2024

Relato

Abstract

El pasado mes de mayo del 2023 en un acto organizado en el MUHBA, L’ETNO (Museu Valencià d’Etnologia) fue declarado por el jurado de los premios EMYA (European Museum of the Year Award) museo europeo del año. El premio, impulsado por el European Museum Forum, es de los más prestigiosos a nivel europeo en el campo de los museos y representa un hito importante para el museo de etnología dependiente de la Diputación de València. En este artículo se pretende realizar un repaso al recorrido institucional que ha llevado hasta el museo hasta el premio.

1. ¿De dónde viene L’ETNO?

Institucionalmente, el actual ETNO no es otra cosa que el Museo de Etnología que el antropólogo y escritor Joan F. Mira fundó con el apoyo de la Diputación de Valencia en 1982. El museo abriría finalmente sus puertas en la ciudad de Valencia un año después, y es por esa razón que, en 2023, ha celebrado su cuarenta aniversario. El precedente histórico del proyecto de Mira hay que buscarlo en el Museo de Etnografía y Folclore que impulsó Maximilià Thous en el Ayuntamiento de Valencia(1) a principios de los años treinta a partir de una propuesta hecha por Blasco Ibáñez diez años antes (Martínez, 2006). Aquel museo fue de los primeros en ser suprimido por las nuevas autoridades franquistas, dejando totalmente huérfano el panorama de los museos de etnografía valencianos hasta finales de los años sesenta. Fue en esos momentos del fin de la dictadura que otros proyectos ahora localizados no en la ciudad de Valencia, sino en comarcas, empezaron a ver la luz (Idem, 2006; Cruz et al., 2006; Cruz y Seguí, 2015).

El Museo de Etnología que Mira impulsó en los años ochenta se estableció de inmediato en la que es todavía su sede, la antigua Casa de la Beneficencia. El edificio se conoce hoy como Centro Cultural la Beneficencia, y está situado en la calle Corona en la ciudad de Valencia. Pese a que el principal impulsor fuera un intelectual respetado por la izquierda, el proyecto nunca tuvo el apoyo político que merecía en sus inicios. El propio Mira lo ha relatado muchas veces amargamente: el apoyo político de entonces se centraba en los proyectos de arte contemporáneo, y la cultura popular, la etnología, interesaban poco (Costa et al., 2015). La imagen de modernización que se buscaba para el nuevo estado democrático vía los museos no pasaba, en absoluto, por promover esta tipología de museos (Holo, 1999). Este es un posicionamiento que conviene no perder de vista, porque explica, en parte, el recorrido institucional del museo.

A lo largo de los años ochenta y hasta mediados de los noventa, el Museo de Etnología trabajó coleccionando y produciendo algunas exposiciones que serían de referencia (Grau, 2011). A finales de los noventa, y fruto del cambio de signo político de 1995, el museo fue fusionado junto al Museo de Prehistoria de Valencia en una nueva institución, el Museo de la Prehistoria y de las Culturas de Valencia (MuPCVa). Este proyecto, nacido en 1999, y que durará hasta 2005 (Idem, 2011: 38), aspiraba a ofrecer un discurso unificado de las culturas en el actual territorio valenciano desde la prehistoria hasta los tiempos presentes, siempre dentro de un marco de referencia, que era el Mediterráneo. Varias circunstancias políticas truncaron su consolidación y, a partir de 2005, se volvía a la situación institucional anterior, es decir, el antiguo Museo de Etnología (ahora Museo Valenciano de Etnología) y el Museo de Prehistoria de Valencia eran otra vez dos museos distintos. Durante ese período (finales de los noventa y primeros años de 2000), se fueron conformando los equipos de trabajo que acabarán configurando buena parte del actual equipo humano de L'ETNO.

 

2. Un museo en transformación

El fundador de los premios EMYA, el museólogo inglés Kenneth Hudson (1916-1999), defendía el museo en tanto que institución cultural impregnada de una fuerte dinámica de cambio constante. En un artículo publicado a finales de los noventa, titulado “The Museum Refuses to Stand Still”, Hudson planteaba que los cambios de orientación que los museos habían empezado a poner en marcha, básicamente después de la Segunda Guerra Mundial, estaban transformando la institución de forma irreversible (Hudson, 1998). Los museos, entre otras cosas, estaban convirtiéndose progresivamente en instituciones en las que la centralidad de la colección (being about something) empezaba a equilibrarse con la centralidad del público (being about someone). Resulta obvio que Hudson aprovechaba los postulados de la nueva museografía, pasados entonces por un tamiz británico que el propio Hudson(2) personificaba, y que tomaba especial relieve en lo relativo a la idea del museo como servicio público (O'Neil et al., 2021). La centralidad del objeto de colección perdía peso progresivamente. No cabe duda de que esta transformación a la que hacía referencia Hudson se ha ido convirtiendo en una oportunidad para los museos de temática y colecciones etnológicas como L'ETNO. El sentido holístico de la antropología permite plantear temáticas y perspectivas amplias. Al mismo tiempo, las colecciones de cultura popular, muy diversas, poco sacralizadas y de fácil identificación por parte del público, no hacen más que ganar en su valor como materia de discurso de carácter social presentable, sin demasiados problemas, mediante museografías arriesgadas.

Con ese ambiente de transformación como música de fondo, y a partir de 2005, el Museo Valenciano de Etnología reanudó su identidad institucional después de unos años de formar parte del MuPCVa. En ese momento, existía entre los responsables del museo la idea de buscar una nueva sede fuera del Centro Cultural la Beneficencia. Pese a ser atractivo, este objetivo no pudo lograrse, lo que provocó una parálisis temporal en el equipo del museo, afectado por una “espera” en el tráfico hacia la nueva sede que nunca parecía terminar. Así, en 2007 se inicia una nueva legislatura que activa cambios en la estructura del equipo y el liderazgo del museo. Los nuevos responsables centran su proyecto en una serie de objetivos: 1) quedarse en la sede del Centro Cultural la Beneficencia de forma definitiva; 2) desarrollar un proyecto de salas permanentes. Una primera sala, con el título “Ciudades Valencianas en Tránsito: 1800-1940”, ya había sido inaugurada en octubre de 2004 (Grau, 2011: 43); 3) explorar una nueva personalidad en la museografía del museo buscando inspiración en propuestas hechas por la museografía canadiense y, en particular, suiza; 4) mantener la producción de exposiciones temporales con propuestas propias, un aspecto que generaba valiosas oportunidades por experimentar museográficas; 5) seguir siendo un museo con una intensa orientación hacia el territorio. Ya existía, con éxito notable, un programa de exposiciones itinerantes (Idem, 2011: 41);(3) 6) finalmente, existía el objetivo quizás más genérico, pero que con el tiempo ha resultado el más estimulante: un deseo de dar la vuelta a la percepción habitual que todavía hoy es común por parte del público hacia la mayoría de los museos etnológicos. Esta percepción considera al museo etnológico como un tipo de museo circunscrito a un ámbito estrictamente local y con una escasa capacidad de generar interés con las colecciones propias.(4)

Efectivamente, el marco en el que en ese momento se inscribía L’ETNO, casi de manera exclusiva en su entorno social y también político, estaba muy delimitado por el tipo de colecciones (trastos, dijo alguien), y por lo que habitualmente se contaba: un relato descriptivo y poco conflictivo situado en el tiempo indeterminado de la tradición (Ferrero, 2006; Ferrero y Seguí, 2016). No ayudaba en absoluto el escaso conocimiento y reconocimiento público de la etnología, una disciplina críptica para buena parte de la sociedad.

El conocimiento de otras experiencias exitosas en museos similares, en particular el MEN de Neûchatel en Suiza, fue fundamental para intuir un camino que seguir. Sin embargo, este conocimiento no hubiera activado demasiado sin la existencia de unas circunstancias adecuadas. Algunas de estas circunstancias estaban vinculadas al momento de la institución. Así, por ejemplo, estaba el hecho de que el equipo que conformaba el museo en ese momento compartía un deseo de cambio muy claro. Igualmente, los responsables políticos compartieron la idea —y pusieron los medios— de continuar con el proyecto de las salas permanentes con una orientación museográfica renovada. Sin embargo, otras circunstancias deben entenderse en el contexto mucho más amplio que está transformando los museos de etnología en las últimas décadas. El contexto de la crisis de estos museos y la consecuente necesidad de reinventar sus propuestas (Roigé, 2007; Alcalde et al., 2010; Van Geert, 2017).

3. L’ETNO i els premis EMYA

Circunstancias, propuestas y decisiones

Hasta aquí, hemos querido repasar de forma breve la parte de la biografía institucional que ha ido conduciendo a L’ETNO hasta lo que, seguro, será un punto de referencia para el museo en los próximos años, el premio EMYA. Aun siendo, obviamente, un relato descriptivo, resulta importante para ubicar el museo y entender su realidad institucional, patrimonial y profesional. Para realizar un cierto análisis de las razones por los que L’ETNO ha sido galardonado con el EMYA 2023, no se puede perder la referencia de ese camino institucional.

Sin embargo, no menos importante debería ser zambullirse dentro de los criterios que se han aplicado desde la organización de los EMYA a la hora de llevar a cabo el proceso de valoración de la candidatura. Desgraciadamente, en este plano existen limitaciones importantes. La primera, y la más directa, es que no son de acceso público los informes emitidos por los jueces y las juezas de los EMYA que visitaron el museo. Tampoco lo son las sesiones de discusión que se llevaron a cabo para decidir qué museos eran galardonados en cada una de las categorías. Tenemos, lo hemos comentado brevemente y están publicados, los criterios que fundamentan la calidad pública que tanto predicaba Hudson (O’Neil et al., 2021; Hudson, 1988), y que sirven de guía a los jueces y las juezas. Por último, tenemos también la declaración que se leyó en el acto de entrega de los premios en la Llotja de Mar de Barcelona, que dice: “(L’ETNO) opera con una sólida base ética y un compromiso apasionado para conseguir un cambio positivo en la región. Se enfrenta con valentía al pasado para navegar por un futuro incierto. El museo valora el diálogo abierto e inclusivo y se esfuerza por ofrecer un acceso universal a los visitantes. Mediante el intercambio y la discusión de historias ocultas, el museo busca honrar el derecho de las comunidades locales a comprender su pasado y reconocer sus dolorosas experiencias”.

Con todo ello, y con toda la prudencia posible, entendemos que podemos ir desligando circunstancias, propuestas y decisiones que han podido ser, si no determinadas aisladamente, sí importantes en su conjunto para justificar el éxito del museo en los galardones EMYA:

  • Circunstancias político-institucionales: existencia de cierta estabilidad en la gestión política y técnica. L’ETNO es un servicio dependiente de la Diputación de Valencia. Ante los vaivenes políticos y los correspondientes cambios de responsables técnicos y la carencia de medios que ha sufrido tanto el ámbito autonómico como el más local, en los museos de la Diputación de Valencia, salvo algunos períodos puntuales, se ha mantenido una cierta cultura de la continuidad, que ha permitido la consolidación de proyectos como el del propio ETNO.
  • Circunstancias de equipo profesional: equipo de trabajo suficiente, con capacidad creativa y perfiles multidisciplinares. En el seno de su administración, el interés institucional por los museos ha ido permitiendo que en las últimas décadas se hayan construido unos equipos de trabajo suficientes y bien formados. El equipo de L'ETNO está formado con perfiles de trabajo diversos que van desde la conservación y la restauración hasta la gestión cultural y la biblioteconomía. La creatividad es un activo fundamental.
  • Propuestas de carácter museográfico: el esfuerzo por generar una museografía que identificara el museo. L’ETNO ha buscado siempre generar una personalidad museográfica. Desde las primeras transformaciones de las salas permanentes en 2009, el museo apostó por unas museografías con un fuerte componente escénico. La influencia del MEN de Neûchatel es evidente y la participación de equipos de diseño provenientes del mundo de la escenografía teatral ha sido clave en un proceso no siempre bien entendido por todos (Seguí y Tamarit, 2017).
  • Propuestas programativas: un abanico de programación de actividad cultural y didáctica amplio y dirigido a diversos sectores de público. Como muchos otros museos, L’ETNO ofrece a su público programas de difusión variados (música, cortos, charlas, seminarios…). Asimismo, mantiene una propuesta de visitas guiadas y paquetes didácticos para público escolar, el más numeroso. La obsesión por buscar el diálogo ha sido central. El museo es a menudo un espacio jerárquico de los conservadores frente al público, la habilitación de voces diversas para minimizar esa jerarquía debe ser siempre un objetivo. Cabe decir que, por desgracia, no todas las exposiciones temporales del museo han llevado aparejada una oferta didáctica singular o un programa de acción cultural complementario adecuado.
  • Decisiones de estrategia territorial: L’ETNO es fundamentalmente un museo arraigado en el territorio. Desde el momento de su fundación el museo ha estado muy presente en el ámbito más local. Las razones radican, en primer lugar, en la vinculación con la Diputación de Valencia (una administración muy centrada en los pueblos en el ámbito provincial); en segundo lugar, en lo que ha representado históricamente el foco clásico de trabajo de campo de la misma etnología: lo rural más que lo urbano, y en tercer lugar, en la existencia casi coetáneamente a la creación del mismo ETNO de un buen puñado de museos locales de temática etnográfica que han sido y son colaboradores del museo (hoy existe una Etnored que los agrupa). Con todo ello, el ámbito externo a la propia ciudad de Valencia ha centrado una parte importante del trabajo de sucesivos equipos del museo. Más que otros museos, L’ETNO es un museo cercano cuando se observa desde el territorio, desde todo el territorio.
  • Decisiones de compromiso con el patrimonio: el museo ha tomado una actitud valiente ante los retos de gestión de patrimonios "difíciles". L’ETNO conserva las colecciones más extensas de patrimonio material vinculado a la cultura tradicional y popular valenciana. A pesar de las problemáticas de la definición de los criterios de ampliación de la colección que afectan a menudo a los museos de tipología etnológica (Arrieta, 2018), L’ETNO ha mantenido una política muy activa de recuperación patrimonial. Sin embargo, en los últimos años diversas circunstancias han puesto el museo ante la disyuntiva de decidir si implicarse en la conservación y la gestión de otros patrimonios. Es este el caso del patrimonio vinculado a la memoria histórica y en concreto a todo lo que los arqueólogos han exhumado en los últimos años en las fosas del cementerio de Paterna, donde se depositaron fusilados en la represión franquista de la posguerra. La falta de un museo de historia, tanto a nivel autonómico (de País Valenciano) como nacional que se hiciera cargo de ellos ha sido una de las razones de esta necesidad de dar un paso adelante. La otra razón, muy clara, es la controversia que rodea a este tipo de patrimonio y que lo convierte en un material difícil de aceptar para cualquier museo. Una última serían las dificultades técnicas que plantea su estado de conservación. El museo decidió hacerse cargo de ello en 2019, y conserva hoy lo que probablemente es una de las colecciones más completas de represión política en España. Esta colección ha generado una exposición temporal (producida juntamente con el Museo de Prehistoria de Valencia) y una intensa serie de actividades de difusión y debate con notable éxito. El impacto entre los colectivos memorialistas, las familias de los represaliados y el público en general es significativo.
  • Decisiones de carácter comunicativo: una política de comunicación articulada a partir de un buen diseño y centrada en cambiar la imagen clásica de la idea que el público suele representarse de los museos de etnología. Desde un inicio, el equipo del museo ha sido muy consciente de la percepción pública de la institución. Lo hemos remarcado ya aquí: ante el dinamismo y el atractivo de otras ofertas museísticas (arte, arqueología, ciencia…), lo que proponen los museos de etnología y, en particular, los museos de etnología referidos a las culturas propias resulta difícil de visualizar y es percibido como poco atractivo (Monnet y Roigé, 2007). L’ETNO ha trabajado a lo largo de estos años para darle la vuelta a esa percepción. El objetivo se ha centrado en intentar hasta donde ha sido posible que todo lo vinculado a la comunicación de la experiencia en el museo fuera percibido como una idea original, bien diseñada y moderna. La museografía distinguible ha sido una herramienta. Otra ha sido la comunicación con medios clásicos (pósteres, calendarios, agendas), tratados con modernidad para hacerlos atractivos a un público a priori poco adepto al museo. Pero lo fundamental probablemente ha sido el esfuerzo por trasladar, a través del relato de exposiciones, pero no solo así, lecturas contemporáneas del patrimonio de la cultura tradicional y popular valenciana.

En resumen, podríamos decir que el marco de acción del museo se ha definido por cuestiones relativas a la política de gestión cultural en el ámbito de la Diputación de Valencia y, por supuesto, a sus protagonistas, pero también a enfoques de programación y en la toma de decisiones técnicas que pertenecen al campo de la museología y de la museografía. Es decir, a la orientación y a la organización en tanto que institución museo que el equipo de L'ETNO ha ido tomando mientras definía sus formas de hacer, gestionar y representar. En ningún caso, por supuesto, se trata de un proyecto que se ha podido improvisar. Los “¿qué?”, los “¿cómo?”, los “¿para qué?” y los “¿para quién?” se han discutido y perfilado paso a paso, y muchas veces todavía siguen estando encima de la mesa. El museo, parafraseando a Hudson, se niega a permanecer quieto.

4. ¿Hacia dónde va L’ETNO?

Después del galardón, ¿qué? Ésta podría ser la pregunta. Una respuesta simple, pero cierta, es: "Seguimos en el trabajo con lo que habíamos previsto". Será así, pero no solo. Desde el pasado mes de mayo, L’ETNO se ha hecho visible más allá de lo que jamás habríamos podido imaginar. La cobertura de los medios de comunicación en la Comunidad Valenciana y en el resto del Estado ha sido muy importante. El efecto primero en el día a día del museo ha sido el aumento del número de visitantes. Ante los 53.000 de 2022, el museo ha cerrado el año con unos 134.000. En abril, un mes antes del galardón, visitaban la exposición permanente unas 2.800 personas, y en mayo, una vez publicitado el galardón, eran más de 9.000. La tendencia se ha mantenido en estas salas y en el resto de los programas del museo hasta el momento presente.

El mayor conocimiento y reconocimiento del museo pide gestión y nos plantea un reto de atención y calidad. Un reto al que habrá que hacer frente mejorando algunos recursos, pero que no representa ninguna alteración esencial en las formas de hacer del museo. Existen otros retos, que resultarán a nuestro parecer más cruciales para la institución en los próximos años. Son, simplificando, dos tipos: los relacionados con la mejora de carencias que tiene el museo y los relacionados con la definición de nuevos frentes de acción.

 

En cuanto a las carencias, es necesario hacer referencia por una parte a las tareas de catalogación y accesibilidad de la colección. Existe todavía mucho trabajo que realizar al respecto en la tarea de catalogación de una parte importante de la colección, así como de hacer accesible ese conocimiento al público interesado. Existe igualmente la necesidad de resolver la atención deficitaria que el museo ha prestado históricamente en el campo de la etnografía del mundo marinero valenciano. Las salas permanentes que abrieron en 2022 no muestran este ámbito crucial para entender la Comunidad Valenciana de hoy.

Por lo que respecta a la definición de nuevos proyectos de acción para el museo de cara al futuro, L’ETNO apuesta por potenciar su perfil en relación con lo que la literatura anglosajona llama museo cívico. Es decir, a seguir trabajando para ser una infraestructura útil para su comunidad. Para ser una institución centrada y preocupada por la relación entre el lugar y su gente. Conservar patrimonio y proveer información al público es útil, pero puede ser no suficiente (Latchford, 2018). Hay que construir otras formas de hacer presente el museo, de sacarle provecho. Ya hace años que los museos han hecho más complejo y profesional su papel, ofrecen ocio de calidad más allá de las exposiciones, apoyo a la enseñanza formal, y son también espacios de debate y entretenimiento. Ahora se abren otras vías para aportar. En L’ETNO estamos trabajando particularmente en la intersección que se está definiendo entre patrimonio y la parte del bienestar vinculada a la salud. Como otros sectores, el mundo de los museos tiene un papel que jugar a la hora de ayudar a construir un capital social que mejore la salud de nuestros ciudadanos (Chatterjee y Noble, 2013). Esta aportación puede ser especialmente significativa en el campo de las enfermedades neurodegenerativas. El constante envejecimiento de la población en nuestras comunidades, y los estilos de vida contemporáneos, hacen prever una sociedad futura con muchas necesidades de atención y recursos relacionadas con el campo de la salud mental. L’ETNO apuesta por desarrollar esta línea poniendo en marcha colaboraciones con los profesionales de la salud. Es un trabajo apasionante que debe ir más allá de ofrecer talleres puntuales. Pide una búsqueda seria y un firme compromiso, y solo estamos al principio del camino.

Notas


(1)

En 1931, el Ayuntamiento de Valencia proponía la creación de un archivo que sería la base del Museo de Etnografía y Folclore de Valencia (Martínez, 2006: 65-66).

(1)

En 1931, el Ayuntamiento de Valencia proponía la creación de un archivo que sería la base del Museo de Etnografía y Folclore de Valencia (Martínez, 2006: 65-66).

(2)

Cabe decir que, aunque Hudson sería el principal impulsor de los premios, otras dos personalidades británicas, Richard Hoggart y John Letts, también le acompañaron en el proceso de fundación de los premios.

(2)

Cabe decir que, aunque Hudson sería el principal impulsor de los premios, otras dos personalidades británicas, Richard Hoggart y John Letts, también le acompañaron en el proceso de fundación de los premios.

(3)

Se decidió mantener e incentivar la oferta de exposiciones itinerantes. Se iniciaron reuniones de colaboración y formativas con un grupo de museos activos en el territorio. Años después, en 2016, el impulso definitivo se daría al poner en marcha la Etnored, la red de museos etnológicos.

(3)

Se decidió mantener e incentivar la oferta de exposiciones itinerantes. Se iniciaron reuniones de colaboración y formativas con un grupo de museos activos en el territorio. Años después, en 2016, el impulso definitivo se daría al poner en marcha la Etnored, la red de museos etnológicos.

(4)

No sería justo obviar aquí que el Museo de Etnología había producido —dentro del marco del MuPCVa o en solitario— algunas exposiciones temporales de éxito importante a finales de los años noventa (Grau, 2011). En la mayoría de los casos fue a través de colecciones de otras instituciones y a partir de un enfoque exotizante.

(4)

No sería justo obviar aquí que el Museo de Etnología había producido —dentro del marco del MuPCVa o en solitario— algunas exposiciones temporales de éxito importante a finales de los años noventa (Grau, 2011). En la mayoría de los casos fue a través de colecciones de otras instituciones y a partir de un enfoque exotizante.

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