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Número 9, año 2019
Revista Catalana de Museologia

'Dona’m la mar', otra forma de mirar

La incorporación de la perspectiva de género en el relato museístico

Fecha publicación: 24/03/2019


Reflexión

Fecha publicación: 24/03/2019

Reflexión

Abstract

A finales de 2017, el Museu Marítim de Barcelona (MMB) puso en marcha Dona’m la mar [‘Dame la mar’], un proyecto de investigación para incorporar la perspectiva de género en la narrativa del museo. Eso sí, queriendo incluir la voz de las mujeres como parte activa de la institución, Dona’m la mar también nos ha hecho reflexionar sobre cuál es el rol del museo como creador de relato en una sociedad que quiere ser más igualitaria. La investigación se estructura en torno a cinco grupos de discusión en los que participaron mujeres que trabajan y viven la mar desde diferentes áreas. Esta es la experiencia de un museo que, como la institución generadora de conocimiento y memoria colectiva que es, ha asumido su responsabilidad social como creador de opinión pública y se ha atrevido a formular nuevas preguntas para la construcción del cambio: ¿cómo narran la mar las mujeres de la mar?

En 1934, María Zambrano se preguntaba por qué escribimos y reflexionaba: “Lo que se publica es para algo, para que alguien, uno o muchos, al saberlo, viva sabiéndolo, para que viva de otro modo después de haberlo sabido; para librar a alguien de la cárcel de la mentira o de las nieblas del tedio, que es la mentira vital. Comunidad de escritor y público que, en contra de lo que primeramente se cree, no se forma después de que el público haya leído la obra publicada, sino antes, en el acto mismo de escribir el escritor su obra. Es entonces, al hacerse patente el secreto, cuando se crea esta comunidad del escritor con su público. El público existe antes de que la obra haya sido o no leída, existe desde el comienzo de la obra, coexiste con ella y con el escritor en cuanto a tal. Y solo llegarán a tener público, en la realidad, aquellas obras que ya lo tuvieren desde un principio. Y así el escritor no necesita hacerse cuestión de la existencia de ese público, puesto que existe con él desde que comenzó a escribir”.

A principios de 2018, iniciamos un proyecto de investigación para incorporar la voz de las mujeres en el Museu Marítim de Barcelona (MMB) (1)Dona’m la mar [‘Dame la mar’], que parte justamente de esta reflexión transformadora de María Zambrano. La única diferencia era, claro, el cambio de escritor por museo. Eso sí, al principio cometimos un error que más adelante nos ayudaría a entender aún más todas las implicaciones de Dona’m la mar, no solo como una investigación puntual sobre las mujeres que viven de la mar sino también por todo lo que supone aflorar una narrativa invisible dentro de una institución generadora de conocimiento como es un museo. En el primer tuit que lanzamos en la red nos preguntábamos dónde estaban las mujeres de la mar, sin darnos cuenta de que esta pregunta tiene una respuesta fácil: en la mar. Las mujeres están en los barcos, en los remolcadores, en los puertos y en las bases científicas. Las mujeres están presentes en la mar, lo que hace falta es darles voz para entender qué ha supuesto el hecho de estar allí para ellas y, al mismo tiempo, poner de relieve los mecanismos de ocultación y de invisibilización que han sufrido.

María Zambrano ya nos dio hace ochenta y cinco años las claves para entender que la comunidad existe y que un relato contemporáneo de la mar debe incluir una pregunta mucho más directa, valiente y que implica la escucha: ¿cómo narran la mar las mujeres de la mar?

En paralelo a nuestra aportación a la campaña de Twitter #onsónlesdones, en febrero de 2018 lanzamos un llamamiento para encontrarlas y las primeras mujeres trajeron a otras: pronto apareció toda una comunidad, porque las mujeres estaban allí y se reconocían entre ellas. Son parte activa del universo marítimo. Durante nueve meses de investigación, se tejió una red y todas, absolutamente todas, quisieron aportar su voz y su experiencia. Era la primera vez, después de años de trabajo, que alguien las tenía presentes, las escuchaba como mujeres de mar.

1. ¿Qué es Dona’m la mar?

Dona’m la mar es un proyecto del Museu Marítim de Barcelona que, desde finales de 2017, reflexiona sobre la invisibilización de la mujer de mar, de la mujer que trabaja, vive y hace de la mar su profesión. Dona’m la mar no busca sirenas, mitos o leyendas, sino mujeres con voz. En un principio, no se perseguían tampoco nombres y apellidos; buscábamos un discurso coral que sumara voces de mujeres que se han hecho a la mar y que nos ayudara a entender cómo podemos mirar, y narrar, la mar de una manera más igualitaria.

La investigación tenía un objetivo principal: dar voz a las mujeres que viven de la mar. Este objetivo, sin embargo, nos llevó a una dimensión más profunda que nos hizo replantear incluso el rol del museo como institución generadora de relato de la memoria colectiva. Se trataba de reorientar la narrativa del MMB y de incorporar la perspectiva de género (2) para que la mujer fuera reconocida como una parte activa del mismo.

El primer acercamiento al MMB nos mostró la narrativa de la mar, la pasividad de la mujer que aparecía en las exposiciones respecto a la acción de la mar: a una mujer le habían dicho que tomara baños de mar (un médico a finales del siglo XIX); otra había sufrido el pillaje de los piratas sarracenos, que iban y venían. Había una referencia a la mujer como reina, ya que la de Saba aparecía en el Atlas de Cresques (3). También en el Atlas de Cresques, se referenciaban mujeres que no habían dado a luz y que vivían en las islas de Hibernia. Solo había una que tuviera una voz activa, pero no narraba su trabajo sino que denunciaba las discriminaciones que había sufrido por parte de su propia familia marinera (hermanos y padre) para acceder al mismo. Era estibadora.

En las exposiciones, en Barcelona y en otros museos marítimo (4), la mar emerge con verbo de hombre, con palabra de hombre, con artículo masculino. La mar se relaciona con la palabra del poderoso, del que elabora el relato oficial, del que quiere dejar huella; pero en la mar no puede haber huellas, pues el agua no se puede pisar (5).

En mayo de 2018, y desde entonces una vez al mes hasta octubre, Dona’m la mar organizó el primero de los grupos de discusión (GD) que articularían la investigación. Todos los grupos han sido protagonizados por entre cuatro y seis mujeres y cada uno se ha centrado en abordar un área diferente: la marina profesional, la ciencia y el activismo medioambiental, el turismo, la pesca y el conflicto (6). Durante una hora, se incidía en el rol de las mujeres en el mundo marítimo, abordando los debates contemporáneos que hoy por hoy afectan a la mar.

Dona’m la mar presenta un juego de espejos (7) en que el museo inicia un proceso de reflexión de tercer orden (Ibáñez, 1997): está atento a su práctica como relator de la contemporaneidad, se reconoce como agente de representación (mimesis) y al mismo tiempo de recreación (poiesis) del imaginario social. También se identifica como agente de cambio que es consciente de su responsabilidad social en la creación de opinión pública y es capaz de interaccionar y, sobre todo, de comunicarse con lo que llamaremos relatos emergentes (Gayà, 2014) sin miedo a plantear nuevas preguntas que supondrán nuevos relatos.

2. Apuntes sobre el relato

Antes de explicar la investigación, sin embargo, creemos que es necesario hacer una serie de consideraciones con respecto al marco epistemológico que nos ha guiado en nuestra investigación, que, sin lugar a dudas, corresponde al campo de la comunicación, ya que entendemos la comunicación como un proceso básico para la construcción de la vida en sociedad, como un mecanismo productor de sentido y activador del diálogo entre dos o más partes que comparten el signo de la misma manera. La palabra comunicación viene del latín communicare, que al mismo tiempo procede de comoin, que significa 'poner en común'.

El relato es comunicación. El relato comunica la existencia de un ente, comunica hechos interpretados según un modo de ver y entender el mundo. El relato, pues, es parte de un discurso y lo representa; parte y se inserta con unas prerrogativas cognoscitivas identitarias individuales y colectivas, y hace de mediador entre el autor y la comunidad a la que este se dirige.

David Vidal (2018) afirma que, desde que Paul Ricoeur escribió Tiempo y Narración en la década de los ochenta, sabemos que “el relato es el recurso inevitable por el cual los seres nos instalamos (y nos humanizamos) en el tiempo. El relato nos sitúa en un tiempo y en un lugar y nos otorga una identidad. El relato nos aporta conciencia del tiempo (un aquí y un ahora en oposición a un antes y un después), de la topografía (y no nos referimos a un lugar físico, sino en el espacio simbólico que ocupa el individuo y al grupo del cual forma parte) y de la cronografía (descripción del tiempo en que se vive, una vez más desde un punto de vista simbólico)”. Es decir, el relato nos ayuda a explicarnos colectivamente de manera retrospectiva, a pensarnos en el presente y, en un escenario de cambio, reinventarnos prospectivamente. Nos da las claves para interaccionar entre lo que se debe conocer y el yo; entre el nosotros y el yo e, inevitablemente, entre el vosotros y el yo.

“No hay pensamiento sin lenguaje, sino pensamiento en el lenguaje, […] después de todo, la experiencia es siempre pensada y sentida lingüísticamente” (Chillón, 1998:70). Es una reflexión de Albert Chillón en referencia al giro lingüístico, y no podemos estar más de acuerdo. El autor añade que “el ser humano es fruto de la narración, se forma y se desarrolla como tal en esta, y su existencia discurre en un medio narrativo” (Chillón, 2011: 235). Los individuos necesitamos relatos que nos ayuden a identificar estructuras (tramas argumentales), que nos otorguen estructuras asimilables de significación y de interpretación de nuestra identidad y de nuestras experiencias.

El relato, pues, nos otorga una identidad individual y colectiva, y repensarlo implica resignificar estas identidades.

Sin embargo, nos parece adecuado introducir una reflexión que es, en realidad, una grieta, una problematización de todo aquello a lo que nos hemos referido hasta este momento. Una rotura que se nos presenta necesaria por el contexto social en el que vivimos (de emergencia de relatos y de lucha transnacional para la igualdad) y que nos urge a plantearnos cómo hacemos los relatos más humanos, igualitarios y complejas, es decir, más reales.La rotura se visibiliza desde el momento en que constatamos que vivimos en un momento disruptivo en el que los relatos oficiales son cuestionados por relatos que surgen de los márgenes, y ambos interaccionan, a veces violentamente y a veces en un proceso pacífico, a veces sin comunicación posible y a veces resignificándose. Si abordamos esta grieta, veremos que no podemos dejar de repetir que vivimos en un momento en que la sobreinteracción narrativa en la red (8) (entendida como la valoración de una situación en la dimensión del presente, en el momento en que se produce el intercambio que se pretende poner en común) hace tambalear los relatos que se han configurado como referentes del entorno sociocultural y que, hasta ahora, se distinguían por ser autorizados, habían sido impuestos de forma permanente y eran ficticiamente inmodificables e intrageneracionales.

Estos relatos emergentes proponen nuevas versiones, en muchos casos más complejas y plurales que las identidades. Desde diferentes medios y con diferentes formas, entran en disputa con los relatos oficiales, precisamente porque son reconfiguradores de la identidad colectiva.

A raíz de estas reflexiones, introdujimos un primer apunte a modo de preguntas que, entendemos, nos ayudó a avanzar con nuestra propuesta:

  • ¿Qué pasa cuando un relato solo incluye un único punto de vista sin fisuras aparentes y es considerado socialmente el relato oficial?
  • ¿Qué pasa cuando el relato elimina la reflexión sobre los privilegios ligados a la autoría simbólica del mismo?
  • ¿Qué pasa cuando este relato oficial entra en conflicto con relatos emergentes?

Y todavía una última:

  • ¿Cuál es rol del museo como constructor de relatos?

Como decíamos, en el contexto sociocultural actual emergen nuevos relatos que cuestionan el conocimiento social compartido, la doxa (9), y estos relatos emergentes entran en contradicción con los relatos de las instituciones socializadoras, entre ellas los museos. Si la comunidad interacciona y se identifica con estos nuevos relatos emergentes (10), la institución (en el caso de nuestra investigación, el museo) deberá replantearse qué narra y cómo lo narra; iniciar, primero, un proceso de deconstrucción y, después, uno de resignificación para generar relaciones o interacciones con la comunidad y las nuevas narrativas.

En el caso de la incorporación de la perspectiva de género, se manifiesta necesaria la apuesta política y la implicación del personal para que el museo siga siendo una institución configuradora de sentido y capaz de proponer nuevos elementos de significación, nuevas mediaciones y nuevos esquemas de interpretación de las realidades que vivimos cotidianamente.

Así, el museo rompe con el relato establecido, narra desde una perspectiva nueva que no es el centro de poder que le otorga la doxa social y propone nuevas narrativas que pretenden campar en el centro del debate.

Se genera un caos narrativo, sin lugar a dudas. Los significados tiemblan y, en consecuencia, la guía orientadora de las prácticas sociales se debe reconfigurar, porque la que conocemos, que forma parte de la doxa, ya no nos da respuestas que nos ayuden a crear sentido y experiencia.

3. Mirada, narratividad y relato

Añadimos un apunte que nos conduce directamente a la investigación Dona’m la mar: para entender los elementos clave para generar unas narrativas que incluyan a las mujeres en el relato de la mar, debemos tener presente que el relato solo se empezará a modificar cuando la narradora tome conciencia de cómo narra y con qué finalidad, así como también de los privilegios desde los que mira y narra.

Entendemos que, para continuar, también hay que presentar una reflexión sobre la narratividad y la mirada. Hay que entender cómo configurar nuevas narrativas que nos ayuden a crear un relato con el que nos identificamos todas y todos, un relato que sea generador de comunidades de sentido.

Reflexionemos, primero, sobre la mirada. Mirar, en el sentido que aquí nos interesa, es mucho más que la acción de observar. Dice María Angulo, cuando intenta esclarecer este concepto en su libro Crónica y mirada. Aproximaciones al periodismo narrativo, que mirar no es ver, sino pensar. “Es centrar, focalizar, encuadrar”, y también “escuchar”. Desde este punto de vista, pues, no podemos entender la mirada si no como un filtro inherente a la construcción de la realidad narrada (Seró, 2017), aquella predisposición “que afecta a la manera en que vemos las cosas” (Berger, 2013) y que a la vez construye nuestra investigación y es construida ad eternum. Porque mirar es, en definitiva, entender las reglas y los posicionamientos de un campo determinado para aflorarlas y luego deconstruirlas.

La mirada tiene que ver con cómo concebimos el mundo para narrarlo y convertirlo en relato.

La narratividad es un término polisémico que se refiere a) al proceso por el que se crea una historia y b) al esquema cognitivo que hay detrás de esta creación y c) en el producto final. La narratividad propone relatos sociales e individuales que nos otorgan orientación y significación en las experiencias presentes, pero también permite producir significado sobre estas experiencias.

La narratividad emerge, así, como un principio de acción transformadora. Plantea, de manera revolucionaria, otro escenario posible; en el caso que nos ocupa, si incorporamos nuevos esquemas de cognición y de pensamiento que cuestionen la hegemonía narrativa del vencedor (del hombre, del que se embarca, del aventurero, del que está solo, del que paga la expedición…), aparece la comunidad, y en la comunidad están las mujeres.

Las narraciones en cualquier medio, o género, son formas de estructurar y representar la experiencia vivida. Ya hemos señalado que solo podemos describir la experiencia a través del lenguaje que tenemos a nuestra disposición, es decir, utilizando patrones narrativos existentes para estructurar y dar sentido a nuevas experiencias.

En esta línea, nuestra investigación se hace (y parte) desde el presente, desde la contemporaneidad, con lo cual entramos en contacto con el mundo construido socialmente (las mujeres aceptan las reglas no escritas, nos muestran sus posicionamientos y estrategias) y con el que es invisible, muchas veces negado u oculto, y que nos permite pensar que es lo que conocemos de la mar y cómo la podemos mirar, conocer y relatar de otras maneras.

4. El museo y la narración con perspectiva de género

Narrar es tan político como lo es vivir. Narramos quiénes somos en un contexto compartido. Narrar con perspectiva de género supone aflorar un conocimiento que cuestiona el relato oficial, es decir, que cuestiona el conocimiento social compartido que tenemos incorporado en forma de habitus(11) Este es, por tanto, un conocimiento que determina cómo vivimos y que explica cómo hemos vivido hasta ahora, ya que configura nuestro imaginario simbólico como colectividad, como comunidad y como individuos.

Desde nuestro punto de vista, y teniendo bien clara esta idea de que el hecho de narrar es político, hacerlo con perspectiva de género implica:

a) Asumir un compromiso político con la visibilidad y el reconocimiento de las mujeres, que han sido históricamente ocultadas o mal representadas en las narrativas oficiales.

b) Generar una narrativa crítica, una narrativa que denuncie la posición de desigualdad y de subordinación de las mujeres respecto a los hombres.

c) Generar otra agenda de temas; poner en el centro temas como el cuidado , la colaboración o la sororidad para explicar otras maneras de vivir, alejadas de la narrativa neoliberal que es hegemónica hoy en día.

d) Generar narrativas de la posibilidad, del cambio, de la solución; deconstruir la narrativa hegemónica e incluso el discurso hegemónico, y generar otras narrativas y otros imaginarios narrativos.

e) Narrar la periferia, huir del centro de poder e ir hacia los márgenes, buscando los sujetos que viven allí.

f) Narrar el contexto; volver al sujeto y, a través del contexto, dejar de verlo y de narrarlo como objeto.

g) Ser capaces de entender que el narrador forma parte de la investigación y de la posterior narración.

En este sentido, entendemos que asumir la perspectiva de género en la narración supone un principio de acción para la transformación de la sociedad.

5. Apuntes sobre la propuesta metodológica de 'Dona’m la mar'

En la búsqueda de nuevas narrativas que configuren un relato que incorpore las mujeres, hay que configurar un marco epistemológico recompuesto (debemos ser capaces de cambiar las preguntas y de incorporar nuevas perspectivas) y unos métodos renovados para el conocimiento que hasta ahora hemos desarrollado sobre la mar.

Así, nuestra propuesta metodológica nos ayudará a abordar nuestro sujeto de estudio, la mar, con un nuevo marco conceptual crítico e inclusivo, y nos llevará a plantear nuevas preguntas y a diseñar un método de trabajo adecuado tanto a los hechos como al sistema de ideas y a la teoría.

Partimos de tres premisas:

a) La mujer siempre ha estado presente en la mar y en las comunidades marítimas, pero su papel ha sido invisibilizado, estereotipado u ocultado por el relato tradicional.

b) En los últimos cinco años, se ha detectado un intento claro de visibilizar a la mujer de mar. Esta visibilización copia las estructuras narrativas del relato clásico de la mar: la mujer sola, la mujer como ejemplo, la mujer descontextualizada.

c) La representación social de la mar que se ha hecho hasta ahora (asumiendo la figura del pater en el centro) ya no es posible, y hay que generar nuevas teorías sobre la mar y el relato que se hace de ella, entendiendo que también es una representación de la misma.

La investigación gira en torno a tres ejes:

a) El conocimiento social compartido y las reglas del campo de estudio. Nos interesa plantear cómo es la presencia de la mujer en el ámbito marítimo, qué dificultades tienen las profesionales como mujeres para hacerse un lugar en él y qué estrategias ponen en práctica.

b) El relato que se hace de la mujer, es decir, cómo se la ha invisibilizado (o no) en este ámbito, y que supone para ella esta visibilización o invisibilización a lo largo de su vida educativa y laboral.

c) Las nuevas narrativas posibles en el museo, qué puntos deberían tratarse para que la mujer esté presente en el relato que hace un museo marítimo de la mar.

Estos tres ejes nos ayudan a acercarnos a nuestro sujeto de estudio, las mujeres de mar, con preguntas que vinculan su trabajo con la perspectiva de género.

Nos hemos aproximado al objeto de estudio con dos marcos conceptuales vinculados; uno que hace referencia al género y otro que recoge los principales debates del ámbito marítimo.

El primer marco conceptual se ha elaborado con los siguientes indicadores: patriarcado institucional y cotidiano, estereotipos, prejuicios de género, imaginarios de género, modelos de masculinidad y de feminidad, discriminación directa e indirecta y privilegios y violencias estructurales y simbólicas.

En el segundo marco conceptual hemos tenido en cuenta la mercantilización, la globalización, la precariedad de los derechos laborales, la especulación, la sostenibilidad, la crisis de los refugiados, la mar como frontera y la identidad de quienes la navegan.

La vinculación de ambos marcos nos ha permitido formular aún más preguntas, tales como:

a) ¿Qué desigualdades experimentan las mujeres en el ámbito de la mar?

b) ¿Cómo se incorporan a dicho ámbito?

c) ¿Cómo se posicionan dentro de él?

d) ¿Qué estrategias ponen en práctica?

e) ¿Qué cambios ha experimentado el ámbito marítimo desde que ellas están presentes?

f) ¿El sector marítimo ha incorporado a la mujer?

g) ¿Cuál es el relato oficial?

h) ¿Cómo incorporan ellas este relato?

i) ¿Qué temas visibiliza este relato?

j) ¿Qué temas invisibiliza este relato?

k) ¿Qué relato ofrecen las mujeres de la mar?

Hemos planteado una estrategia metodológica que tiene como herramienta de investigación principal los grupos de discusión. Consideramos que esta técnica de investigación cualitativa nos permite mostrar la experiencia individual y también la colectiva a partir de los diferentes consensos que se establecen. Además, nos acerca al discurso social compartido y visibiliza las negociaciones que se han llevado a cabo dentro del área de estudio. Los guiones de los grupos de discusión se han elaborado con el marco conceptual doble, esto es, el rol de las mujeres y los debates contemporáneos de cada ámbito.

6. Primeras conclusiones

En el momento actual de la investigación, nos atrevemos a exponer unas primeras conclusiones sobre nuestro estudio alrededor de las mujeres de mar. Lo hacemos a partir de los primeros resultados de los análisis de contenido de los grupos de discusión, estructuramos estas conclusiones en forma de recomendaciones incipientes sobre qué debe cambiar para incluir la perspectiva de género y cómo puede conseguirse con las narrativas del museo. Además, apuntamos unas primeras líneas de acción que la institución debería emprender.

Si hasta hace cuarenta años, las mujeres en España estaban excluidas de la responsabilidad productiva, hoy en día ocupan roles que tradicionalmente habían sido reservados a los hombres. Esto genera discriminación hacia ellas, pero la visión de estas mujeres cambiará (de hecho, ya lo está haciendo) la doxa. Tras nueve meses de investigación, sin embargo, podemos afirmar que las mujeres de mar todavía sufren una doble discriminación, puesto que son ocultadas como mujeres y como mujeres de mar. Esto se debe a que, por un lado, el sector marítimo es poco visible, al menos en España, y, por otro, a que el mundo de la mar está construido sobre referentes masculinos y, a pesar de los cambios legislativos y sociales, aún presenta mecanismos de perpetuación de estos modelos.

En la mar, la situación de las mujeres es mucho más grave porque la narrativa oficial de las diferentes instituciones del sector sigue perpetuando una concepción de la mar que las oculta aunque estén presentes. Esta ocultación, hasta ahora, ha sido asumida por las mujeres, en tanto que la integración y reproducción del relato oficial las ha ayudado a asegurarse su lugar. Esto, sin embargo, en muchos casos, crea malestar y propicia el uso de estrategias propias que promueven el cambio, aunque este no ha sido reconocido por el relato oficial. Es cierto que hay unas primeras experiencias tanto desde la academia como desde el activismo para visibilizar la a mujer en la mar, pero estas experiencias son embrionarias e independientes entre ellas.

Hacia un relato con perspectiva de género

Podemos afirmar que existe una mujer de mar que trabaja, vive y está apasionada por la mar. El empoderamiento de estas mujeres es muy reciente y se genera a partir de la práctica, ya que hace muy pocos años que están aprendiendo a renovar el relato propio y a exigir que los relatos oficiales también cambien. Hay un contexto legislativo, social y cultural que legitima la necesidad de obtener una respuesta y de hacerse valer, pero todavía hace falta educación, conciencia y narrativa para normalizar la situación, tanto para los hombres como para las mujeres.

Los diferentes grupos de discusión nos han mostrado que asumir el compromiso político con la visibilidad y el reconocimiento de las mujeres, históricamente ocultadas o mal representadas en las narrativas oficiales del ámbito que nos ocupa, implica, por un lado, visibilizar referentes, ya que en todos los casos se manifiesta una falta de modelos femeninos. Esto significa trabajar no solo el discurso coral, sino también las individualidades. La excepcionalidad, en este sentido, debe entenderse como una herramienta para reforzar el sector y para generar referentes. Por otro lado, el discurso coral nos ayuda a componer un retrato del sector sin artificios, complejo y cualitativo y que incorpora el día a día de las mujeres.

En el relato, hay que hacer hincapié en todo lo que las mujeres aportan al mundo de la mar, las estrategias que han llevado a cabo para introducirse en él y para salvaguardar su sitio, los cambios que han experimentado y los retos a los que se enfrentan. Es decir, el relato debe asumir la existencia de las mujeres de mar y visibilizar su identidad de forma contextualizada y plural.

Si asumimos el compromiso de denunciar la posición de desigualdad y de subordinación de las mujeres en relación con los hombres, el relato también debe incluir las diferentes discriminaciones y violencias que las mujeres de mar han tenido que soportar para mantener su lugar dentro del sector, así como las estrategias que han puesto en práctica para enfrentarse a ellas y cómo, de muchas maneras, han podido generar el cambio en su ámbito.

Entre las discriminaciones de que hablamos, en el relato oficial destaca el hecho de que todo lo que se asocia al hombre y a la masculinidad se relaciona, sin cuestionarlo, con conceptos como la confianza, la aventura, la fuerza o el descubrimiento. En los grupos de discusión, se muestra cómo las mujeres deben asumir este modelo y demostrar públicamente que son capaces de reproducirlo. No podemos dejar de mencionar el hecho de que, en este proceso de hacerse un lugar en el sector, las mujeres renuncian a su género y a todo lo que podrían aportar asumiendo que, si quieren estar ahí, deben ostentar los atributos del relato oficial.

De todas formas, los relatos de las participantes de los grupos de discusión cuestionan este modelo y muestran que, una vez ya son parte del sector, también generan una narrativa propia que cuestiona y reescribe el relato oficial, adecuándolo más a la realidad.

Hay que visibilizar que la opción de ser marinera, capitana, pescadora u observadora se expresa como una vocación o un amor por la mar. Esta opción enfrenta a las mujeres con la doxa social, que designa por defecto territorio masculino espacios como la mar, así como las creencias y supersticiones de los marineros, la maternidad y la conciliación. En este sentido, hay que incluir otros temas tabú como la posibilidad de que la mujer no quiera ser madre y normalizar estas opciones en el relato del museo.

Estos meses de investigación también nos han mostrado que, para generar otra agenda de temas para las narraciones, basta escuchar a las mujeres. Cada una de las vidas de la veintena de mujeres que han participado en nuestra investigación cambian el relato oficial de la mar. Sus relatos huyen de la aventura y la travesía y generan nuevas tramas que incluyen el modelo del cuidado (otro modelo de resolución de conflictos menos jerárquico y violento), los aprendizajes y los valores de la mar y conceptos como la solidaridad, la creatividad, la libertad, la dureza, la humildad y la sororidad ligados a la presencia de las mujeres en la mar. Al mismo tiempo, las mujeres piden el reconocimiento de la dificultad y la dureza del trabajo y rechazan su reducción a compararlo con unas vacaciones o con la admiración del paisaje.

Así, el relato de la mar, de acuerdo con la voz de las mujeres, debe ser coral y factual, excepcional y normalizado; el imaginario narrativo debe ser una suma de la normalidad y las excepciones (mujeres que sean referentes) y se debe relatar poniendo el foco sobre los hechos y los individuos. En otras palabras, debe entenderse y ponerse en valor el contexto. En este sentido, las mujeres deben ser protagonistas de las acciones, deben ser una parte activa del relato, y no pasiva. La mar es un lugar donde suceden las acciones tanto de hombres como de mujeres. Las participantes no quieren concebirla de forma dual, sino que la quieren reconocer como un sector al que unos y otros dan forma.

Ahora la mar está en el margen, y no las mujeres. Muchas están dispuestas a asumir su visibilidad como mujeres para sacar la mar de la invisibilidad con la que dicen que se tratan los asuntos marinos en Cataluña.

El museo

Si debemos ser capaces de entender que el narrador forma parte de la investigación y de la narración posterior, no nos queda más remedio que entender el museo como un agente activo dentro de su ámbito. El papel del museo es proporcionar una mirada crítica, en el sentido de que no solo debe representar a la mujer, sino que tiene que hacer referencia a la lucha, las dificultades, los retos y las metas que ella representa para concederle el lugar que le corresponde. El museo también se debe configurar como un nodo (Gayà, 2014) visible de significación y de opinión pública y debe asumir que, como institución, tiene una responsabilidad social y colectiva en la construcción del cambio.

Este cambio de perspectiva posiciona el museo como relator de una historia compleja que incorpora la alteridad y que la narra como sujeto y no como objeto. Tiene que haber una mirada contextual, que es la que debe aportar el museo como valor social e institucional.

Asimismo, el museo debe ser un lugar de encuentro y de sororidad, un espacio de discusión viva para generar opinión pública. De este modo, el museo se manifiesta como un narrador de la comunidad y como su espacio de mediación simbólica, asumiendo su potencial como generador de nuevos imaginarios sociales. Se convierte, así, en una pieza clave en esta toma de conciencia a través de la formación, la educación, la generación de redes y, por supuesto, el relato.

Notas


(1)

La investigación se enmarca en un momento de demanda global de igualdad. En los últimos años, en varios países del mundo, han surgido protestas y movimientos que denuncian las discriminaciones que afectan a las mujeres. Desde la explosión de las protestas del 8M en Latinoamérica hasta el #Metoo, un movimiento que surge en Estados Unidos y que se hace viral y global. Uno de los primeros movimientos articulados de la denuncia feminista de estos últimos años surge en Argentina y tiene un momento clave de visibilidad global: el 3 de junio de 2015. Ese día, en una ochentena de ciudades argentinas, miles de ciudadanos salieron a la calle bajo el lema “Ni una menos” para denunciar la violencia y las discriminaciones que sufren las mujeres en pleno siglo XXI. El grito feminista se extendió rápidamente por toda Latinoamérica, los Estados Unidos y también la otra orilla del Atlántico. En los últimos tres años, millones de personas han tomado conciencia de que hay que dar visibilidad a las mujeres, que durante tanto tiempo han quedado al margen de los puestos de poder y del discurso oficial, y también de entornos tradicionalmente masculinos como la mar.

(1)

La investigación se enmarca en un momento de demanda global de igualdad. En los últimos años, en varios países del mundo, han surgido protestas y movimientos que denuncian las discriminaciones que afectan a las mujeres. Desde la explosión de las protestas del 8M en Latinoamérica hasta el #Metoo, un movimiento que surge en Estados Unidos y que se hace viral y global. Uno de los primeros movimientos articulados de la denuncia feminista de estos últimos años surge en Argentina y tiene un momento clave de visibilidad global: el 3 de junio de 2015. Ese día, en una ochentena de ciudades argentinas, miles de ciudadanos salieron a la calle bajo el lema “Ni una menos” para denunciar la violencia y las discriminaciones que sufren las mujeres en pleno siglo XXI. El grito feminista se extendió rápidamente por toda Latinoamérica, los Estados Unidos y también la otra orilla del Atlántico. En los últimos tres años, millones de personas han tomado conciencia de que hay que dar visibilidad a las mujeres, que durante tanto tiempo han quedado al margen de los puestos de poder y del discurso oficial, y también de entornos tradicionalmente masculinos como la mar.

(2)

El enfoque de género corresponde a una perspectiva de análisis crítico de la sociedad que se centra en el estudio de las construcciones culturales y sociales que se han atribuido diferenciadamente a hombres y mujeres (y a personas del colectivo LBGTTIQ) con el telón de fondo de la desigualdad entre géneros y la desvalorización de las mujeres.

(2)

El enfoque de género corresponde a una perspectiva de análisis crítico de la sociedad que se centra en el estudio de las construcciones culturales y sociales que se han atribuido diferenciadamente a hombres y mujeres (y a personas del colectivo LBGTTIQ) con el telón de fondo de la desigualdad entre géneros y la desvalorización de las mujeres.

(3)

El Atlas de Cresques o Atlas Catalán es el mapa cartográfico catalán más importante de la Edad Media, atribuido al judío mallorquín Cresques Abraham. No está firmado ni tiene fecha, pero, por el registro que figura en el calendario que lo acompaña, se sabe que su año aproximado de producción es 1375.

(3)

El Atlas de Cresques o Atlas Catalán es el mapa cartográfico catalán más importante de la Edad Media, atribuido al judío mallorquín Cresques Abraham. No está firmado ni tiene fecha, pero, por el registro que figura en el calendario que lo acompaña, se sabe que su año aproximado de producción es 1375.

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En los últimos tres años, existe la voluntad, sobre todo en los museos anglosajones, de visibilizar la mujer que se hace a la mar y que se convierte en pionera, en la excepción, en lo exótico, la que se ha enfrentado al sistema social establecido y ha abierto una brecha que la ha convertido en un símbolo. En 2015, el National Maritime Museum, en el Reino Unido, organizó Mermaids, Women at sea, que se centra en historias concretas de mujeres que “desafiaron el establishment y dejaron su huella en un mundo dominado por los hombres”. También en 2015, en Irlanda, el National Maritime Museum programó Women and the sea, una propuesta de trabajo que gira alrededor de un simposio de dos días en los que expertos y testigos debaten sobre el rol de la mujer de mar en diferentes campos (la cultura, la historia, la industria y la ciencia). El congreso lo organizan conjuntamente el National Maritime Museum y la Universidad de Dublín. Se pueden consultar las conferencias en línea [https://womenandthesea.com/programme] y, en la mayoría de los casos, se puede comprobar que la mujer que trabaja en la mar aparece, de nuevo, como una excepción. También se han hecho muestras sobre la presencia de la mujer en un período histórico concreto o en un espacio geográfico determinado. Por ejemplo, el Reykjavík City Museum de Islandia organizó Women at sea, una exposición etnográfica sobre mujeres islandesas que trabajan en la mar que reflexiona sobre su presente, pasado y futuro, haciendo especial hincapié en la perspectiva histórica. Duró dos años, de 2015 a 2017. En 2016, en Euskadi, el Untzi Museoa-Museo Naval Donostia organizó Las mujeres y el mar, una exposición sobre el papel de las mujeres en la economía marítima que denunciaba la perspectiva androcéntrica predominante en los estudios marítimos. En 2017, otra vez en el Reino Unido, el National Maritime Museum organizó Haenyeo: Women of the Sea, una exposición sobre la vida de las mujeres buceadoras en Jeju, en Corea del Sur. [http://www.rmg.co.uk/work-services/news-press/press-release/haenyeo-women-sea-national-maritime-museum#r6JrVaVYPSaxTC5q.99]. En otros casos se ha utilizado la figura de una mujer para hacer una reflexión en torno a un período histórico determinado, sin que la mujer tenga ninguna relación con la mar. El caso más claro es la exposición Emma Hamilton, Seduction and Celebrity, que se pudo visitar entre noviembre de 2016 y abril de 2017 en el National Maritime Museum, en el Reino Unido. Y queremos hacer todavía una última referencia a una exposición que se programó en el Portsmouth Historic Dockyard, bajo el título Women and the Royal Navy Pioneers to professionals, una reflexión sobre la contribución de la mujer a la armada británica en los últimos doscientos cincuenta años. En la exposición se relataba la historia de las cinco mil quinientas mujeres británicas que se hicieron a la mar a lo largo de la primera guerra mundial, las llamadas Wrens. Eran las enfermeras a bordo, las cocineras de los barcos, las transmisoras de información en diferentes orillas, las timoneras de barcas… Viajaban con los marineros, pero, aun así, en su lema afirmaban que “Never at Sea” (Nunca a la mar).

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En los últimos tres años, existe la voluntad, sobre todo en los museos anglosajones, de visibilizar la mujer que se hace a la mar y que se convierte en pionera, en la excepción, en lo exótico, la que se ha enfrentado al sistema social establecido y ha abierto una brecha que la ha convertido en un símbolo. En 2015, el National Maritime Museum, en el Reino Unido, organizó Mermaids, Women at sea, que se centra en historias concretas de mujeres que “desafiaron el establishment y dejaron su huella en un mundo dominado por los hombres”. También en 2015, en Irlanda, el National Maritime Museum programó Women and the sea, una propuesta de trabajo que gira alrededor de un simposio de dos días en los que expertos y testigos debaten sobre el rol de la mujer de mar en diferentes campos (la cultura, la historia, la industria y la ciencia). El congreso lo organizan conjuntamente el National Maritime Museum y la Universidad de Dublín. Se pueden consultar las conferencias en línea [https://womenandthesea.com/programme] y, en la mayoría de los casos, se puede comprobar que la mujer que trabaja en la mar aparece, de nuevo, como una excepción. También se han hecho muestras sobre la presencia de la mujer en un período histórico concreto o en un espacio geográfico determinado. Por ejemplo, el Reykjavík City Museum de Islandia organizó Women at sea, una exposición etnográfica sobre mujeres islandesas que trabajan en la mar que reflexiona sobre su presente, pasado y futuro, haciendo especial hincapié en la perspectiva histórica. Duró dos años, de 2015 a 2017. En 2016, en Euskadi, el Untzi Museoa-Museo Naval Donostia organizó Las mujeres y el mar, una exposición sobre el papel de las mujeres en la economía marítima que denunciaba la perspectiva androcéntrica predominante en los estudios marítimos. En 2017, otra vez en el Reino Unido, el National Maritime Museum organizó Haenyeo: Women of the Sea, una exposición sobre la vida de las mujeres buceadoras en Jeju, en Corea del Sur. [http://www.rmg.co.uk/work-services/news-press/press-release/haenyeo-women-sea-national-maritime-museum#r6JrVaVYPSaxTC5q.99]. En otros casos se ha utilizado la figura de una mujer para hacer una reflexión en torno a un período histórico determinado, sin que la mujer tenga ninguna relación con la mar. El caso más claro es la exposición Emma Hamilton, Seduction and Celebrity, que se pudo visitar entre noviembre de 2016 y abril de 2017 en el National Maritime Museum, en el Reino Unido. Y queremos hacer todavía una última referencia a una exposición que se programó en el Portsmouth Historic Dockyard, bajo el título Women and the Royal Navy Pioneers to professionals, una reflexión sobre la contribución de la mujer a la armada británica en los últimos doscientos cincuenta años. En la exposición se relataba la historia de las cinco mil quinientas mujeres británicas que se hicieron a la mar a lo largo de la primera guerra mundial, las llamadas Wrens. Eran las enfermeras a bordo, las cocineras de los barcos, las transmisoras de información en diferentes orillas, las timoneras de barcas… Viajaban con los marineros, pero, aun así, en su lema afirmaban que “Never at Sea” (Nunca a la mar).

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En este sentido, somos conscientes de que la incorporación de la perspectiva de género no pasa por visibilizar la excepción, sino para dar la vuelta al relato (ampliar el foco) y crear otras narraciones que destaquen otros puntos de vista y configuren otras tramas narrativas.

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En este sentido, somos conscientes de que la incorporación de la perspectiva de género no pasa por visibilizar la excepción, sino para dar la vuelta al relato (ampliar el foco) y crear otras narraciones que destaquen otros puntos de vista y configuren otras tramas narrativas.

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Las áreas abordadas salieron de varias sesiones de trabajo conjuntas en las que también tomaron parte las participantes de la investigación y los representantes del museo (el jefe del área de Gestión de Colecciones y del Conocimiento y técnicos del área de Educación y Actividades). Dona’m la mar es el colofón de una apuesta institucional que quedó patente cuando, en junio de 2016, se aprobó el Plan de Igualdad del Consorci de les Drassanes Reials i Museu Marítim de Barcelona. En estos dos años, el museo ha elaborado un protocolo de prevención del acoso sexual y una guía de medidas de conciliación y también se ha adherido a la actividad Cuentacuentos de Niñas Rebeldes en colaboración con otros museos. En el momento de publicar este artículo, un equipo está trabajando para incorporar cláusulas sociales y de igualdad en sus pliegos de contratación pública y para incluir la perspectiva de género también en los procesos de selección de personal.

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Las áreas abordadas salieron de varias sesiones de trabajo conjuntas en las que también tomaron parte las participantes de la investigación y los representantes del museo (el jefe del área de Gestión de Colecciones y del Conocimiento y técnicos del área de Educación y Actividades). Dona’m la mar es el colofón de una apuesta institucional que quedó patente cuando, en junio de 2016, se aprobó el Plan de Igualdad del Consorci de les Drassanes Reials i Museu Marítim de Barcelona. En estos dos años, el museo ha elaborado un protocolo de prevención del acoso sexual y una guía de medidas de conciliación y también se ha adherido a la actividad Cuentacuentos de Niñas Rebeldes en colaboración con otros museos. En el momento de publicar este artículo, un equipo está trabajando para incorporar cláusulas sociales y de igualdad en sus pliegos de contratación pública y para incluir la perspectiva de género también en los procesos de selección de personal.

(7)

La escena de los espejos en The Lady from Shanghai, protagonizada por Rita Hayworth y Orson Welles y dirigida por este último, nos parece una buena analogía de la reflexión sobre la reflexividad de tercer orden. Entender que quien narra reflexiona sobre su práctica de narrar. Entender que quien habla lo hace desde un locus concreto (un espacio con reglas propias y un conocimiento social compartido). El cine B de finales de la década de los cuarenta y los cincuenta nos ha dejado piezas valiosísimas que nos ayudan a buscar puentes entre la cinematografía y nuestra propuesta. Sunset Boulevard, dirigida por Billy Wilder, es otro ejemplo de ello, una reflexión sobre el cambio en el cine, el paso del cine mudo al cine sonoro y el olvido de las grandes estrellas del primero.

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La escena de los espejos en The Lady from Shanghai, protagonizada por Rita Hayworth y Orson Welles y dirigida por este último, nos parece una buena analogía de la reflexión sobre la reflexividad de tercer orden. Entender que quien narra reflexiona sobre su práctica de narrar. Entender que quien habla lo hace desde un locus concreto (un espacio con reglas propias y un conocimiento social compartido). El cine B de finales de la década de los cuarenta y los cincuenta nos ha dejado piezas valiosísimas que nos ayudan a buscar puentes entre la cinematografía y nuestra propuesta. Sunset Boulevard, dirigida por Billy Wilder, es otro ejemplo de ello, una reflexión sobre el cambio en el cine, el paso del cine mudo al cine sonoro y el olvido de las grandes estrellas del primero.

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Exponemos el concepto de sobreinteracción narrativa para explicar el proceso por el que diferentes narratividades se encuentran, a veces vinculándose y retroalimentándose, y otras simplemente coexisten en la red y permiten que terceros las vinculen, la mayoría de las veces sin que el autor inicial tenga conocimiento de ello.

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Exponemos el concepto de sobreinteracción narrativa para explicar el proceso por el que diferentes narratividades se encuentran, a veces vinculándose y retroalimentándose, y otras simplemente coexisten en la red y permiten que terceros las vinculen, la mayoría de las veces sin que el autor inicial tenga conocimiento de ello.

(9)

La definición de Jorge González es esclarecedora cuando asegura que el concepto de doxa alude “a los esquemas de interpretación de primer orden, generalmente irreflexivos, aprendidos y vividos como naturales, obvios y evidentes. Operan en la base de toda práctica y se aprenden o asumen por simple familiarización” (1998: 161).

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La definición de Jorge González es esclarecedora cuando asegura que el concepto de doxa alude “a los esquemas de interpretación de primer orden, generalmente irreflexivos, aprendidos y vividos como naturales, obvios y evidentes. Operan en la base de toda práctica y se aprenden o asumen por simple familiarización” (1998: 161).

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Los relatos emergentes salen de los márgenes del poder y, en muchos casos, entran en disputa con estos, ya que surgen como respuesta a la homogeneización de los puntos de vista.

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Los relatos emergentes salen de los márgenes del poder y, en muchos casos, entran en disputa con estos, ya que surgen como respuesta a la homogeneización de los puntos de vista.

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Bourdieu define como habitus “aquel sistema de disposiciones durables, transferibles estructurados, predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes; esto es, como principios de generación y de estructuración de prácticas, así como de representaciones que pueden ser objetivamente reglamentadas y regulares, sin ser en absoluto el producto de la obediencia a las reglas; y que es adaptada objetivamente a su meta sin presuponer la visión consciente de los fines y de destreza explícita de las operaciones necesarias para lograrlas; siendo todo aquello colectivamente orquestado, sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta” (1972: 175).

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Bourdieu define como habitus “aquel sistema de disposiciones durables, transferibles estructurados, predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes; esto es, como principios de generación y de estructuración de prácticas, así como de representaciones que pueden ser objetivamente reglamentadas y regulares, sin ser en absoluto el producto de la obediencia a las reglas; y que es adaptada objetivamente a su meta sin presuponer la visión consciente de los fines y de destreza explícita de las operaciones necesarias para lograrlas; siendo todo aquello colectivamente orquestado, sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta” (1972: 175).

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